Profundizar en la importancia de la satisfacción más allá del trabajo

En la década de 1930, el aclamado economista John Maynard Keynes predijo que en 2030 nuestra semana laboral sería de 15 horas, lo que nos dejaría mucho tiempo para el ocio, la marca definitiva de la opulencia.

Irónicamente, ahora cambiamos voluntariamente este precioso ocio por más trabajo. Nuestras horas de trabajo han alcanzado un máximo histórico, sobre todo en el caso de los americanos. Por término medio, los americanos trabajan tres horas más a la semana que sus homólogos japoneses, conocidos por su extenuante cultura laboral, seis horas más que los franceses y la friolera de ocho horas más que los alemanes.

En esencia, hemos pasado de percibir el trabajo como un mal necesario que financia nuestra vida a verlo como una misión para encontrar sentido y propósito. Etiquetémoslo con precisión: laboralismo. Pero aquí está el problema: el trabajo es lo que nos da el pan. Entonces, ¿cómo nos esforzamos por conseguir un trabajo significativo sin dejar que nos consuma?

Aquí es donde entra en juego el concepto de “trabajo suficientemente bueno”. Estableciendo paralelismos con la teoría de la “crianza suficientemente buena”, que insta a los padres a no considerar los pequeños e inevitables contratiempos de la crianza como fracasos personales, postula que un trabajo no tiene por qué -ni debe- ser todo tu universo. De lo contrario, el resultado inevitable es el agotamiento y una espiral de problemas de salud mental.

Este Resumen de “Abrazar el trabajo suficientemente bueno” de Simone Stolzoff desentraña cuatro revelaciones de la vida real, desde el ámbito de las cocinas con estrellas Michelin hasta los pasillos de los gigantes tecnológicos, que te capacitarán para recuperar tu vida del trabajo y dar prioridad a lo que es verdaderamente significativo.

El camino hacia el agotamiento está pavimentado con una autoestima equivocada

Dhivya Singh, chef india-americana, conoce muy bien las trampas del agotamiento y la autoestima.

En su etapa como becaria culinaria en el restaurante, Dhivya se sintió muy prometedora en su papel de idear platos innovadores sin lácteos. Su talento se tradujo en elogios emocionados de los clientes y en una exitosa propuesta de negocio al jefe de cocina del restaurante, Stephen Fischer. Así nació Prameer, una línea de productos sin lácteos, propiedad conjunta de Divya y Fischer.

Con la orientación de Fischer, Divya se convirtió rápidamente en una figura célebre, que incluso se ganó un puesto en la codiciada lista Forbes de 30 menores de 30 años. Pero a medida que el negocio crecía, el ambiente se enrareció con desacuerdos entre inversores, enfrentamientos en la contratación y una discusión final sobre una nueva línea de productos, que acabó por apartar a Dhivya de las operaciones de Prameer.

Sin embargo, en lugar de derrumbarse ante las reacciones negativas de Fischer a su decisión, Dhivya decidió tomarse un descanso. Pasó seis semanas en Tailandia, reconectando con sus aficiones y entregándose a actividades al aire libre y culinarias. Este viaje fue decisivo para la gestión de su salud mental.

A su regreso al mundo culinario, Dhivya se enfrentó a otra sacudida: Fischer había reducido su 50% de participación en Prameer. Siguió una prolongada batalla legal, y una vez que Dhivya recuperó sus acciones, se despidió de Prameer definitivamente.

Hoy en día, Dhivya disfruta de una vida plena en un hogar comunitario de Portland y dirige una próspera empresa alimentaria, al tiempo que encuentra tiempo para sus pasiones. Su viaje le enseñó la importancia de establecer límites, reconocer su valía y encontrar un equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

Así que, cuando te veas atrapada en el tumulto de una situación difícil, no dudes en dar un paso atrás y reevaluar tus prioridades. Si Dhivya no hubiera optado por pulsar el botón de pausa en su estresante carrera, quizá no estaría disfrutando de la vida satisfecha que disfruta hoy.

Fomentar las Conexiones: Un antídoto contra el trabajo-centrismo

El trabajo puede ser a la vez gratificante y agotador, sobre todo en ausencia de otros apoyos comunitarios. No hay más que preguntar al científico social y pastor baptista Ryan Burge.

Cuando Ryan se adentró en los datos de la Encuesta Social General de 2018, hizo un descubrimiento intrigante: la creciente población de los “nones” -individuos carentes de afiliación religiosa-, superando a evangélicos y católicos. Este hallazgo reflejaba sus experiencias personales con una asistencia cada vez menor a la iglesia.

Curiosamente, la gente sigue anhelando la camaradería, la finalidad y la identidad que antes proporcionaban las instituciones religiosas. Pero ahora, la oficina se ha convertido en su santuario. Ryan atribuye este cambio a tres fenómenos.

En primer lugar, Internet ha alimentado comunidades de escepticismo, desafiando la educación religiosa. Plataformas como el subreddit Ateísmo proporcionan un refugio a quienes cuestionan su fe, un respiro de la habitual espiral de silencio.

En segundo lugar, la fusión del cristianismo con el conservadurismo político ha polarizado a la comunidad religiosa, alejando a los liberales. Este cambio queda patente en el paso de una mayoría demócrata del 55% en 1972 a una mayoría republicana del 62% entre los fieles semanales blancos en 2021.

Por último, es notable el creciente aislamiento social entre los millennials. Al disminuir la participación en la comunidad, el trabajo está llenando el vacío, convirtiéndose en su principal fuente de motivación. Sin embargo, hay implicaciones perjudiciales. Como reveló el análisis de Ryan, cuando el trabajo se convierte en una religión, otros aspectos importantes de la vida pueden quedarse en el camino.

¿La solución? No hace falta ser religioso. Pero tomar ejemplo de la religión puede ser esclarecedor. Las tradiciones religiosas suelen centrarse en una pregunta fundamental: ¿Qué da sentido a nuestras vidas? En un mundo que cada vez da más la espalda a la religión, el trabajo se ha convertido en el sustituto para encontrar esas respuestas.

Pero recuerda que la esencia de la vida va más allá de tu sueldo y de las largas horas que pasas en la oficina. Podrías unirte a un grupo de música, empezar una liga de bolos u organizar cenas con amigos. Ampliando tus fuentes de realización más allá del trabajo, puedes tomar el control de tu vida, haciéndote resistente frente a los cambios en tu carrera o en el mercado.

Las primeras raíces del trabajo-centrismo

En 1999, una decidida estudiante de segundo año llamada Megan Greenwell inició su carrera periodística investigando la esclavitud moderna para el periódico de su instituto. Su trayectoria la llevó a prestigiosos medios de comunicación y, finalmente, al puesto de redactora jefe en Deadspin.

Sin embargo, junto a la carrera ascendente de Megan llegaron niveles de estrés cada vez mayores. A pesar de su notable trabajo en publicaciones tan prestigiosas como GOOD, ESPN y New York, Megan se enfrentó a un agotamiento cada vez mayor. Finalmente, decidió abandonar su puesto de redactora jefe interina en Wired.

Pero el agotamiento de Megan no era simplemente el resultado del exceso de trabajo. Era una manifestación de la norma social que equipara la autoestima con la productividad. Cuando su vida profesional se convirtió en sinónimo de su identidad, dar un paso atrás en su carrera fue como perderse a sí misma.

¿Te suena? La experiencia de Megan no es única. La psicóloga Janna Koretz se ha encontrado con numerosos triunfadores que luchan por alcanzar sus objetivos profesionales. Según ella, el problema proviene de una cultura que considera el trabajo como una carrera interminable y el tiempo personal como una actividad secundaria insignificante.

En respuesta al trabajo-centrismo, Koretz recomienda crear “santuarios de tiempo”, momentos personales para explorar tu identidad fuera del trabajo. Sin embargo, el reto persiste. El ímpetu de las personas de alto rendimiento puede convertir las aficiones en un trabajo más. Por tanto, inyectar juego no estructurado en tu vida es crucial. Esto permite que la curiosidad y el asombro florezcan sin la presión de la productividad.

Megan encontró este concepto transformador. A pesar de su increíble trayectoria profesional, luchaba con sentimientos de síndrome del impostor. Durante su año sabático, su crisis de identidad empeoró, desenmascarando la tensión profundamente arraigada entre el deseo de productividad y la necesidad de relajación.

Megan siguió luchando contra sus tendencias adictas al trabajo durante su año sabático. Aunque admite que su inclinación hacia el trabajo es una compleja mezcla de disfrute, preocupaciones económicas y miedo a la inestabilidad, reconoce el deseo de ir más allá del trabajo.

La historia de Megan pone de relieve que el trabajo-centrismo suele arraigar pronto, moldeando nuestra identidad y sentido de la autoestima. Equilibrar el trabajo y la vida no consiste sólo en gestionar nuestras carreras, sino en comprender quiénes somos fuera de los límites de la oficina.

Por último, es esencial separar tu vida de tu “familia” corporativa. Profundicemos en el porqué en la sección final.

 

Replantearse el mito de la familia laboral

¿Tu equipo se siente tan unido que podrías llamarlo familia? Ese era el caso de Taylor Moore en Kickstarter.

Esta vibrante startup se enorgullecía de su cultura distintiva, anteponiendo los valores fundamentales a la rentabilidad. Taylor y sus compañeros sacaban fuerzas de su propósito común: apoyar a artistas y creativos. La oficina no era sólo un lugar de trabajo; era un refugio. Pero este refugio se convirtió en un campo de batalla cuando las acciones de la empresa contradijeron sus preciados principios.

El punto álgido llegó en 2018 con una novela gráfica satírica titulada “Always Punch Nazis”. Inicialmente aprobado por el equipo de Confianza y Seguridad de Kickstarter, fue retirado repentinamente debido a la reacción de los medios de comunicación de derechas, lo que provocó turbulencias internas. Parecía que Kickstarter estaba cediendo al ruido externo en lugar de mantenerse firme en sus valores. El punto de inflexión fue el despido de Justine Lai, una empleada que había cuestionado la decisión de la empresa. Esto desencadenó un llamamiento a la sindicalización, un paso hacia la reivindicación del “corazón y el alma” de Kickstarter.

Taylor y su colega Clarissa Redwine se pusieron a la cabeza de esta iniciativa sindical. Motivadas por su pasión por la empresa y su ética, pretendían reequilibrar el poder y preservar el espíritu de Kickstarter. Sin embargo, sus acciones se encontraron con un frío despido. Fueron expulsados, lo que les llevó a presentar demandas laborales injustas contra la empresa que antes admiraban.

Esencialmente, aunque una oficina que se siente como en casa puede ser reconfortante, es imperativo establecer algunos límites. Recuerda que incluso el lugar de trabajo más acogedor sigue siendo una empresa. A la hora de la verdad, a menudo prevalece el balance financiero.

En última instancia, tu trabajo es sólo una parte de la vida, no todo el pastel. Deshagámonos del seductor encanto de los lemas corporativos que predican lo contrario. Reconocer que tu empresa no es tu verdadera familia te permite realinear tu enfoque y tus prioridades. Esto no significa tomarse el trabajo a la ligera, sino establecer límites y buscar la satisfacción más allá de los cargos y los KPI.

Así que reaviva las aficiones que has descuidado, pasa tiempo de calidad con tus seres queridos y cultiva amistades fuera del trabajo. No hay mejor momento que el presente para disfrutar de la alegría y la realización personales.

Conclusiones

El trabajo es el trabajo, no tiene por qué dictar tu identidad ni eclipsar tu vida.

Tanto si eres empleado como empresario, comprende que tu carrera es sólo un segmento de la narrativa de tu vida. Pasa esas páginas y escribe un relato que incluya las cosas que realmente tienen significado para ti.