Baila con el caos para dominar el juego de la vida.
Imagínate esto: Te enfrentas a una bestia formidable que se interpone entre tú y tus sueños. Retirarte y tomar la salida fácil aferrándote a viejos hábitos es una opción. Pero ése no es tu estilo. Te arremangas, miras a esa bestia y sientes una extraña mezcla de inquietud y emoción. ¿Por qué? Porque ves oportunidades, no callejones sin salida.
¿Atrapaste ese movimiento que acabas de hacer? Has abrazado el caos, el catalizador de un cambio profundo que sacude la tierra.
En este Resumen del «Pensamiento disruptivo» de T. D. Jakes, exploraremos el concepto de caos desde una óptica diferente: una perspectiva cristiana. Jakes ve el caos como un acontecimiento divinamente orquestado que sirve a dos propósitos. En primer lugar, convoca al líder que llevamos dentro, incitándonos a reevaluar y remodelar nuestras situaciones personales. En segundo lugar, nos abre los ojos para ver las diferencias entre nosotros y los demás como plataformas para la unidad, la cooperación y la innovación.
Al final de este Resumen, comprenderás por qué el caos es importante hoy en día; también aprenderás a utilizar a las personas disruptivas en tu vida, a afrontar los obstáculos provocados por los cambios impactantes y a gestionar a otros disruptores para lograr la felicidad y el éxito.
La semilla de la transformación se siembra en el suelo del pensamiento disruptivo.
El pensamiento disruptivo, o la habilidad para pensar más allá de lo ordinario cuando se te presentan obstáculos, es crucial en el mundo actual.
Considera estas instantáneas: Un chico de campo trabajador que se enfrenta a la dura realidad de las escasas perspectivas de empleo. Una madre soltera que ahorra para alimentar a su prole mientras su salario pierde poder adquisitivo. Una trabajadora de clase media que ve cómo su obeso jefe se pasea en helicóptero privado mientras le recortan el seguro médico.
¿Cuál es el hilo conductor? Dos palabras: disparidad de riqueza. Es una brecha cada vez mayor que suscita frustración y recelo en todo el mundo. Según datos del Instituto de Política Económica, un director general medio de una empresa Americana gana hoy la friolera de 399 veces más que un empleado normal.
Sin embargo, T. D. Jakes afirma que Dios no pone en tu plato más de lo que puedes manejar, y que el antídoto divino para este problema divisivo es el pensamiento disruptivo.
El pensamiento disruptivo no es una jerga de moda. Es un salvavidas. Esta mentalidad alimenta la esperanza e insta a la gente a soñar más allá de sus realidades actuales. Teniendo en cuenta el don de la elección, comprendes que ser desfavorecido, por ejemplo, no significa que estés atrapado en barrios hostiles. A menudo, cambiar de entorno es el primer paso hacia una vida mejor, un paso que sólo es posible cuando la gente se atreve a aprovechar su capacidad inherente de pensar de forma divergente.
Geoffrey Canada personifica el pensamiento divergente. Al crecer en el duro barrio del sur del Bronx, pensó que ningún cruzado con capa iba a venir en picado a salvar el día. En lugar de rendirse a la desesperanza, decidió revolucionar la vida de los niños urbanos, desafiando la arraigada creencia de que poco se podía hacer por ellos.
Esa es la magia del pensamiento disruptivo: te capacita para remodelar tu entorno y tu vida. No necesitas experimentar la pobreza para captar y aprovechar la fuerza del pensamiento disruptivo. En tu vida, puede ser tan pequeño como dar una nueva mano de pintura a tu salón o tan grande como decir adiós a una relación tóxica o dar un giro a tu carrera. La clave está en estar preparado para sacudir cualquier área estancada y aprovechar el cambio en el momento en que puedas imaginarlo.
Ten en cuenta que el viaje de la disrupción no consiste sólo en perseguir la comodidad material. La esencia reside en el hecho de que todo el mundo, incluido tú, tiene un derecho inherente a una buena vida. Si aún no lo has conseguido, tienes el poder de alterar tus circunstancias, y la verdadera transformación comienza con la acción.
Entonces, ¿qué ocurre cuando el pensamiento disruptivo se filtra más allá del nivel individual? Desentrañémoslo en la siguiente parte.
Aprovecha las alianzas improbables para catalizar el éxito
¿Te has encontrado alguna vez como el soldado solitario, intentando cambiar el statu quo tú solo? Si es así, debes saber que no estás solo. He aquí una revelación revolucionaria: la disrupción no es cosa de uno solo. Es un esfuerzo colectivo, que implica la formación de alianzas únicas y la colaboración entre grupos diversos.
¿Recuerdas la historia de Ciro en la Biblia? El profeta Isaías predijo su ascenso al poder y su benevolencia hacia los judíos 150 años antes de que Ciro naciera. Esta profecía subrayaba la soberanía de Dios sobre las naciones, al afirmar: «Él es mi pastor y hará todo lo que yo quiera».
Entonces, ¿por qué hablamos de un rey persa en medio de un discurso sobre la perturbación? Porque el elemento más perturbador de esta narración no es la profecía en sí, sino la habilidad de Ciro para crear alianzas, consolidar naciones y fomentar un ambiente de progreso y benevolencia. Y todo ello lo consiguió sin reconocer a Dios, como narra Isaías.
Aquí reside el quid de nuestra discusión: la disrupción a menudo requiere alianzas que parecen improbables y asociaciones que se aventuran más allá de lo convencional o predecible. Al igual que Ciro, que no reconoció a Dios, fue utilizado como instrumento de cambio, las colaboraciones disruptivas también pueden surgir de lugares improbables y dejar un impacto duradero a través de los tiempos.
Tales colaboraciones son omnipresentes. Piensa en las profundas diferencias que existen entre tu cónyuge, tus amigos o tus compañeros de trabajo. Cada uno de nosotros es distinto, pero cohabitamos, abrazando nuestras diferencias y aprendiendo unos de otros. Eso, justo ahí, ¡es la esencia de la alianza!
Apliquemos este concepto a un lienzo más amplio, digamos, los negocios. Supongamos que has concebido una idea empresarial revolucionaria, pero está más allá de tu capacidad llevarla a cabo en solitario. ¿Cuál es el siguiente paso? Buscas colaboraciones. Identificas a personas que destacan donde tú flaqueas, dejas de lado tu ego y colaboras.
He aquí otra idea disruptiva: tu empresa opta por contratar a ex presidiarios, desviándose de la norma. No se trata sólo de un movimiento disruptivo, sino también de un esfuerzo de equipo: una alianza formada con el respaldo de toda una comunidad que apoya este cambio.
¿Te has dado cuenta del estrecho parentesco entre el pensamiento disruptivo y la lluvia de ideas? Ya sea en una reunión familiar, en un acto religioso o en una reunión del consejo, personas diversas se reúnen para ofrecer sus perspectivas únicas.
Recuerda, la colaboración no siempre es un camino de rosas, ¡ni mucho menos! Colaborar con otros implica reuniones interminables, ajustes de horarios y relaciones, y cultivar nuevos modos de pensar y hacer. Sobre todo, exige un compromiso sólido como una roca con la visión y la resistencia para afrontar y superar los obstáculos.
En resumen, la disrupción no es una empresa de un llanero solitario, sino un intento conjunto de lograr un éxito compartido.
Cuatro obstáculos en el camino hacia la disrupción
Crear tu nicho disruptivo es más un viaje que un destino. Para manifestar un cambio duradero en tu vida, tendrás que superar varios obstáculos en el camino: ego, fallos de comunicación, malentendidos e incomodidad.
Ante todo, ¿cómo mantienes tu ego bajo control?
El ego -nuestro sentido de la propia importancia- influye significativamente en nuestras acciones. A menudo obstaculiza nuestro progreso al insistir en que siempre debemos tener razón, incluso cuando no la tenemos. En su libro «Se cometieron errores (pero no por mí)», Elliot Aronson y Carol Tavris profundizan en la inclinación de nuestro cerebro por la autojustificación. Sin embargo, ésta es la verdad: el ego no puede prosperar en medio de la disrupción, porque la disrupción requiere humildad. Navegar por un acontecimiento perturbador requiere la voluntad de aprender y equivocarse.
Centrémonos ahora en el siguiente obstáculo: dominar la comunicación eficaz. Imagina que te encargan contratar a un nuevo miembro del equipo. No se trata sólo de su competencia laboral, sino también de su adecuación a la cultura de la empresa: bailar al ritmo único de la organización. Tu responsabilidad no termina una vez contratados. Como líder, tienes que establecer las expectativas tan explícitamente como trazarías una hoja de ruta. Las expectativas difusas generan frustración y dan lugar al estancamiento. Incluso una sola suposición no expresada puede hacer descarrilar una iniciativa disruptiva. En esencia, una comunicación fluida es clave para que la pelota siga rodando.
El tercer obstáculo en nuestro viaje hacia la disrupción es desenmascarar los malentendidos apreciando las sutilezas de cada situación. Cada función o circunstancia tiene matices que pueden ofrecerte la perspectiva que necesitas para tomar decisiones astutas. Tanto si buscas un padrino en la iglesia como si quieres forjar una amistad más profunda, estos matices son vitales. Tu mentor en el trabajo, por ejemplo, debería ser algo más que alguien a quien admiras. Debería ser tu animador, amplificando tu potencial a cada paso. Es esencial evaluar a las personas en función de sus habilidades y experiencias únicas, no sólo de sus títulos o funciones. Las acciones siempre triunfan sobre las palabras, ya sean habladas o escritas.
Por último, pero no por ello menos importante, prepárate para afrontar y aceptar la incomodidad. El camino hacia la disrupción rara vez es cómodo; este obstáculo consiste en estar preparado para aventurarse en lo desconocido. ¿Cómo? Asume riesgos calculados que hagan palpitar tu corazón. Embárcate en tareas que nunca antes hayas emprendido. Cuando dudes, recuerda las sabias palabras de la Oración de la Serenidad de Reinhold Niebuhr: «Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para conocer la diferencia». Considera esta afirmación tu arma secreta para soportar los trastornos, y sigue marchando hacia ellos.
Ahora que estás armado para afrontar los retos de ser un disruptor, es hora de abordar el reto definitivo: gestionar a otros disruptores en tu vida.
Cuando otros interrumpen el camino
En nuestro camino, todos anhelamos ser reconocidos por nuestras habilidades únicas y ser vistos por lo que realmente somos. Después de todo, ¿para qué escribió Ralph Ellison su novela «El Hombre Invisible» si no fue para arrojar luz sobre el insoportable dolor de la invisibilidad?
Así que, tanto si te encuentras como un perturbador como si te enfrentas a uno, es crucial que comprendas que el proceso de crecimiento, comprensión y empoderamiento tiene especial importancia en tres áreas clave: la educación, el matrimonio y la paternidad.
¿Te has encontrado alguna vez con profesores o mentores que reconocieron talentos o habilidades sin explotar que no podías ver en ti mismo? Estas personas son como arqueólogos dedicados, que exploran constantemente y excavan sin descanso hasta que desentierran un tesoro. Probablemente te demostraron que, dadas las circunstancias adecuadas, cualquiera puede desarrollar un pensamiento disruptivo. Tomemos, por ejemplo, la colaboración de T. D. Jakes con AT&T, donde integró a ex delincuentes del programa Texas Offenders Reentry Initiative (TORI) en funciones corporativas. Esta experiencia demostró que, con las oportunidades adecuadas de aprendizaje, incluso quienes han sido desempoderados pueden recuperar sus vidas.
Sin embargo, el impacto del pensamiento disruptivo se extiende más allá de los confines del lugar de trabajo. Se filtra en nuestra vida personal, en nuestras relaciones.
Estar casado con un disruptor exige un cierto nivel de comprensión y paciencia. Implica respetar las diferencias del otro y esforzarse por encontrar un terreno común. La confianza y la empatía desempeñan aquí un papel fundamental. Desde la confianza financiera hasta la seguridad emocional, cada faceta tiene un valor inmenso. Es crucial comprender las emociones de tu pareja y asegurarte de que se siente segura para expresarse abiertamente. Nadie quiere compartir sus pensamientos e ideas radicales sólo para recibir críticas, ¡sobre todo de la persona con la que debería sentirse más íntimo!
Luego están los retos únicos de criar a un disruptor. Antes de buscar una solución, es vital comprender el «por qué» del comportamiento disruptivo de un niño. A menudo, no se trata de soluciones rápidas ni de medicación, sino de prestar atención y descubrir la causa raíz. Un niño disruptivo suele ser un reflejo de las perturbaciones existentes en la unidad familiar. La escucha activa es de suma importancia; proporciona a los niños el espacio para crecer en medio de la perturbación. Enséñales desde pequeños que los obstáculos son peldaños inevitables en el camino del desarrollo personal. La verdad es que no siempre puedes proteger a tus hijos de las sacudidas de la perturbación, pero siempre puedes ofrecerles un apoyo inquebrantable mientras navegan por los flujos y reflujos de la vida.
Si aceptas los trastornos en estas funciones de liderazgo, en última instancia podrás transformar los obstáculos en las relaciones en oportunidades de crecimiento y evolución personal.
Conclusiones
El pensamiento disruptivo es la clave de nuestra evolución, ¡y debemos evolucionar!
Todas las personas, especialmente las que ocupan puestos de liderazgo, tienen el poder de aprovechar la disrupción para crecer. La adversidad, posiblemente la forma más profunda de disrupción, no debe verse como una barrera infranqueable. Por el contrario, sirve como puerta de entrada al autodescubrimiento y a la transformación profunda.