Una idea audaz

Imagínate esto: estamos en 1962 y un recién licenciado de la Escuela de Negocios de Stanford no puede desprenderse de una idea poco convencional. Sueña con importar a Estados Unidos zapatillas de correr de primera calidad de una empresa japonesa, Onitsuka Tiger. Este novedoso concepto levanta cejas, suscitando el escepticismo de todos los que le rodean, incluidos profesores, colegas e incluso su padre. A pesar de ello, sigue adelante, impulsado por una convicción inquebrantable, y se dirige a Japón para presentar esta atrevida propuesta a una sala llena de experimentados hombres de negocios japoneses.

Sorprendentemente, tanto para él como para sus escépticos, es un éxito. Onitsuka accede a enviarle un lote inicial de 300 pares de zapatos para poner en marcha su empresa.

Así se desarrolla el capítulo inaugural del viaje de este decidido emprendedor, que le lleva a vender zapatos japoneses directamente desde el maletero de su coche. Esta es la saga de Phil Knight, el comienzo de lo que con el tiempo sería una de las marcas más prominentes del mundo, Nike.

Nike es una marca extraordinaria con una historia igualmente fascinante, pero aquí no nos centraremos en la historia de su origen. En este Resumen, nos centraremos en el momento crucial en que Nike pasó a ser una entidad de propiedad pública.

Iluminaremos los riesgos, las recompensas y la estrategia distintiva que Phil Knight utilizó para vencer su miedo a ceder el control de su empresa. Si alguna vez te has planteado la idea de salir a bolsa mediante una OPV, has reflexionado sobre su impacto en los valores fundamentales de tu empresa o simplemente has intentado comprender lo que implica una OPV, sigue leyendo.

Entrar en la esfera pública

Antes de profundizar en las OPI, examinemos primero qué precipitó la decisión de Nike de salir a bolsa.

Como todo viaje empresarial triunfal, éste no fue ajeno a los obstáculos.

A lo largo de su trayectoria de crecimiento, Nike se enfrentó a graves demandas que suponían amenazas existenciales. El primero fue un caso de 1973 de Onitsuka, la misma empresa japonesa de zapatillas de correr que provocó la génesis de Nike, en el que se alegaba el incumplimiento de un contrato. Sin embargo, Nike no se echó atrás y acabó triunfando en los tribunales. El segundo obstáculo legal importante surgió en 1997 por parte del gobierno americano, invocando una ley aduanera algo olvidada, la Ley Americana de Precios de Venta. Los rivales de Nike les habían echado encima al gobierno estadounidense, acusándoles de infracciones aduaneras por valor de 25 millones de dólares.

Al final, Nike aceptó un acuerdo de 9 millones de dólares, llegando a la conclusión de que luchar contra el gobierno no era lo mejor para sus intereses. Al menos esta vía garantizaba la conservación de cierta buena voluntad.

Enfrentada a una demanda gubernamental y a la incapacidad de Phil Knight para conseguir más préstamos bancarios, la única vía de supervivencia era sacar Nike a bolsa mediante una oferta pública inicial.

Desembalaje de la OPI

La OPI, u Oferta Pública Inicial, se refiere al proceso por el que una empresa privada ofrece sus acciones al público por primera vez mediante una nueva emisión de acciones. Este movimiento permite a la empresa reunir capital propio de inversores públicos, marcando su transición de entidad privada a pública.

Antes de la OPI, una empresa suele clasificarse como privada, con un pequeño grupo de accionistas que puede incluir a los primeros inversores, como fundadores, familiares y amigos, así como a inversores profesionales, como inversores de capital riesgo o inversores ángeles. Aunque esto puede generar suficiente capital, los fondos siguen siendo relativamente limitados. Una OPI, en cambio, abre la puerta a una importante afluencia de capital, allanando el camino para el crecimiento y la expansión. También aumenta la transparencia y la credibilidad de la cotización, asegurando potencialmente mejores condiciones para los fondos prestados.

Tras la OPA, las acciones de la empresa se negocian libremente en el mercado abierto, y la propiedad privada de las acciones se transforma en propiedad pública. Este cambio permite a millones de inversores públicos comprar acciones y contribuir al capital de la empresa. El capital obtenido en la OPI beneficia directamente a la empresa y a los primeros inversores privados que decidan vender sus acciones.

Sin embargo, salir a bolsa también conlleva importantes costes y responsabilidades. Las empresas públicas están obligadas a revelar información crucial, y a veces sensible. También hay gastos corrientes asociados a los servicios jurídicos y bancarios. Además, la empresa pasa a ser responsable ante un grupo mayor de accionistas públicos.

En esencia, una OPI es un arma de doble filo. Puede proporcionar a una empresa capital para el crecimiento futuro y una oportunidad para que los primeros inversores cobren en efectivo, pero también pueden ser empresas arriesgadas.

La estrategia del genio

Volvamos a la historia de Nike por un momento. En su día, Nike era una empresa de propiedad limitada. Precisamente, dos propietarios principales.

Phil Knight y Bill Bowerman. Bowerman, un nombre muy conocido en el ámbito del entrenamiento de atletismo americano, se unió a Nike en sus inicios, cuando Knight aún comercializaba zapatillas desde el maletero de su coche. Bowerman, sin embargo, quería que Knight conservara las riendas de la empresa, lo que llevó a un reparto del 51% al 49% a favor de Knight y Bowerman, respectivamente.

Phil Knight tenía una profunda preocupación respecto a su inminente oferta pública inicial (OPI). ¿Su preocupación? Perder el control del alma de la empresa. Nike no era sólo un negocio para él.

Temía que se convirtiera en otra entidad sin rostro que buscaba beneficios, gobernada por un consejo de administración con una visión a corto plazo. Así, concibieron una estructura de acciones única. Se crearon dos clases de acciones: Clase A y Clase B. Los accionistas de la Clase A elegirían a 9 de los 12 miembros del consejo, y los de la Clase B a los 3 restantes.

Según Investopedia, la familia Knight controla la friolera del 97% de las acciones de Clase A, lo que garantiza que la familia conserve el control efectivo a pesar de que Nike se haya convertido en una empresa que cotiza en bolsa.

Es crucial recordar que Nike estaba lidiando con una demanda gubernamental de 25 millones de dólares cuando decidió salir a bolsa. La OPV, con un rango de cotización inicial de 18-22 $, aportó millones, desempeñando sin duda un papel clave en la supervivencia de la empresa.

Aferrarse a las raíces mientras se remonta el vuelo

La trayectoria de Nike estuvo marcada por los retos, pero anclada en un firme compromiso con su ética fundacional. Defendían la idea de que el trabajo debía ser a la vez divertido y útil, que había que evitar a toda costa una vida complaciente y fugaz. Su estrategia empresarial se basaba en el mantra “Crecer o morir”, y los beneficios se reinvertían en la empresa para impulsar su expansión.

Incluso después de la OPA, Nike se aferró a su ethos y ética distintivos, mediante estrategias inventivas y una dedicación inquebrantable a su integridad. Hoy, la marca atribuye su estatura mundial a su inquebrantable adhesión a estos principios. Su trayectoria demuestra que la fuerza de una marca reside en permanecer auténtica, fiel a sus ideales y esforzarse constantemente por cumplir sus compromisos.

Preservar la esencia y la cultura de una empresa mientras crece rápidamente es una tarea formidable. La conciencia temprana de los riesgos del crecimiento y de la propiedad compartida permitió al naciente equipo de Nike dividir las acciones manteniendo al mismo tiempo una fuerte influencia en la cultura de la empresa, su alma.

Sin embargo, Nike no es la única que se enfrenta a este reto. En el resumen Masters of Scale, el autor Reid Hoffman retrata un reto similar al que se enfrentó otro monstruo global, Netflix, y su exitosa navegación.

Veamos un extracto:

“¿Aprovechado el capital, listo para escalar? Espera.

Primero, aprovecha al máximo la fase inicial en la que tienes una base de usuarios pequeña, devota, quizá incluso fanática. Relaciónate con tus primeros superfans y tus críticos más ruidosos. Aprende de sus fervientes comentarios. Determina tus límites, identifica lo que puedes tolerar y a quién tienes que seducir, incluidos los pesos pesados del sector y los organismos reguladores. Una vez que escalas, es difícil profundizar o corregir el rumbo.

Los comentarios sinceros y detallados pueden conducirte a la verdadera esencia de tu empresa. Estar en contacto con ese núcleo te equipará para la siguiente tarea: construir la cultura de tu empresa.

¿Cuál es la clave? Cultivar la cultura empresarial adecuada es un paso fundamental para hacer crecer tu startup.

Los empleados de Netflix disfrutan de un trabajo envidiable. No hay horarios de trabajo fijos ni política de vacaciones; Netflix confía en que su plantilla no necesita una correa de 9 a 5. Las vacaciones se promueven con la creencia de que las mentes creativas vuelven aún más vigorizadas. Netflix hace hincapié en que son un equipo, un equipo ferozmente competitivo y motivado.

La próspera cultura de Netflix no es accidental. Es el producto de un proceso consciente y meticuloso, documentado en más de 100 diapositivas. El Mazo de la Cultura de Netflix es público, ¡échale un vistazo!

Es vital aclarar tu cultura desde el principio. Una vez que una cultura echa raíces, es difícil deshacerla o cambiarla. Identifica tus valores fundamentales, cómo tratarás a tus empleados y clientes. Incluso redacta un manifiesto si es necesario. Contrata a personas que resuenen con la cultura que has imaginado. Recuerda que contratar a una persona equivale también a adquirir su red de contactos.

Dicho esto, resiste la tentación de contratar a un grupo homogéneo. Apuesta por una diversidad significativa. Del mismo modo que un grupo diverso puede apreciar un conjunto compartido de valores fundamentales, también pueden hacerlo tus primeros inversores. Elige a los inversores como lo harías con los cofundadores. Tendrán un impacto similar.

Si se hace bien, la cultura puede dinamizar el ambiente de una startup en crecimiento. Puede elevar la moral y alimentar un bucle en el que los empleados trabajen aún más duro, lo que conduce al éxito empresarial y atrae a más clientes.”

El enfoque poco convencional de Netflix respecto a la formación de la cultura -alimentar la creatividad y la innovación sin imponer normas estrictas- es otro testimonio de que escalar una empresa preservando sus valores fundamentales es realmente factible, siempre que se dominen las habilidades necesarias.

 

Conclusiones

Hemos recorrido juntos la historia triunfal de Nike, demostrando que era algo más que una narración, sino una parábola instructiva.

El liderazgo, en cualquier empresa, es una expedición llena de obstáculos que exigen ayuda externa. Un líder perspicaz, sin embargo, se mantiene inquebrantable en su visión al tiempo que aprovecha eficazmente las aportaciones externas.

Todo depende del profundo conocimiento que tenga el líder de sus valores fundamentales y de su capacidad para dar vida a estos valores dentro de la cultura de la organización.

Si estás recorriendo ese camino o simplemente preparándote para ello, la biblioteca de AstraEd te ofrece algunos recursos muy útiles.

Mi primera recomendación es una guía titulada “Descubre tus valores fundamentales”. Robert Glazer, un aclamado director general y autor con una plétora de premios de la industria y la cultura a su nombre, elaboró esta guía. Te invita a un viaje reflexivo para discernir tus valores genuinos y comprender su significado.

A continuación, tenemos un Resumen de “Código de Cultura” de Daniel Coyle, un libro favorito de los fans sobre cómo alimentar una cultura próspera. En este Resumen, Daniel desentraña cómo se construyen las culturas laborales de éxito sobre los pilares de la vulnerabilidad, la pertenencia y el propósito.