1. Enfoque de futuro:

Los líderes deben pensar en el futuro, pero nuestro cerebro está programado para dar prioridad a lo inmediato y a corto plazo. Es un instinto de supervivencia. Sin embargo, el liderazgo requiere que pensemos a largo plazo para anticiparnos a las tendencias del sector, a los futuros requisitos de cualificación y a las necesidades de los clientes. Es una habilidad que podemos aprender. Reserva un tiempo al mes para prever dónde estará tu equipo dentro de tres a seis meses. Luego, trabaja hacia atrás para averiguar cómo llegar hasta allí.

2. Habilidad con las personas:

El liderazgo tiene que ver con las personas. Se trata de conectar con tu equipo y motivarlo. Pero, a menudo, se asciende a las personas a puestos de liderazgo por su competencia técnica y no por su don de gentes. El reto consiste en equilibrar el enfoque en los objetivos y el enfoque en las personas. Es una combinación poco frecuente, pero los que dominan ambas se consideran grandes líderes. Recuerda que los miembros de tu equipo no son piezas de ajedrez. Son seres humanos con sus motivaciones y necesidades.

3. Resultados realistas:

El poder puede hacernos excesivamente optimistas, lo que nos lleva a objetivos y expectativas poco realistas. Esto puede crear una desconexión entre los líderes y sus equipos. Como líder, tienes que equilibrar ser visionario con estar orientado a los detalles. Busca otras perspectivas para mantenerte anclado en la realidad. Establece objetivos centrados en las personas que estén vinculados al bienestar de los demás.

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Recuerda, el liderazgo no es cuestión de poder. Se trata de servicio. Se trata de ayudar a tu equipo a tener éxito. Y a veces, eso significa superar las tendencias de nuestro propio cerebro”.