Las empresas solían compartir cómo se gastaba cada dólar de ingresos
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El capitalismo está en medio de un ajuste de cuentas una vez en una generación, ya que tanto el público en general como los ejecutivos corporativos cuestionan la viejo modelo de primacía de los accionistas y convocatoria de empresas para identificar un propósito que sirva a todas las partes interesadas, no sólo a los inversores. En respuesta a esta percepción cambiante del papel de la corporación, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) recientemente aprobó una regla exigir a las empresas que revelen información sobre el capital humano de importancia material para que los inversores y otras partes interesadas puedan tener una idea del papel que desempeñan los empleados en la creación de los riesgos y éxitos de sus empresas. Pero quedan preguntas importantes: ¿Qué deberían ser estas nuevas revelaciones y cuán efectivas serán esas métricas para influir en el comportamiento de la empresa?

Es vital que encontremos las respuestas correctas a estas preguntas. Las divulgaciones que no se construyen con cuidado pueden resultar contraproducentes, lo que puede conducir a resultados peores que el statu quo. Por ejemplo, un estudio de 2016 realizado por Alexander Mas encontró que las declaraciones de pago de los CEO obligadas en 1934 no tenían el efecto previsto de reducir la compensación ejecutiva. En cambio, los directores ejecutivos de menor remuneración utilizaron la información pública para negociar salarios más altos, mientras que todos los ejecutivos, excepto los más atroces, experimentaron poco o ningún cambio en la compensación. Si se crean nuevas divulgaciones para elevar los intereses de los no accionistas, deben examinarse cuidadosamente para asegurarse de que funcionan según lo previsto.

Pero si bien el pasado contiene cuentos cautelares, también proporciona ejemplos de revelaciones que podrían proporcionar una hoja de ruta para la presentación efectiva de informes futuros. En la década de 1950, muchas grandes empresas publicaron información voluntaria sobre su inversión en capital humano, como la de General Motors (GM) a continuación. El gráfico circular, que indica cómo se gasta cada dólar de ingresos, proporciona una manera sencilla y poderosa para que los accionistas comprendan cómo GM invirtió en sus diversas partes interesadas a través de impuestos, salarios y dividendos, y GM no fue el único en reportar este tipo de visualización de datos.

General Motors Sales Dollars. Fiftyone cents to suppliers, twenty eight cents to employees, ten and a half cents for taxes, two and a half cents for wear and tear or obsolescence of plants and equipment, four and a half cents to shareholders, three and a half cents for use in the business to provide facilities and working capital.
Fuente: General Motors, cortesía de Ethan Rouen, Harvard Business School.

Examinamos los informes anuales de las 88 empresas que han incluido el S&P 500 desde su creación en 1957 y descubrimos que, en algún momento, un tercio de estas empresas reportaba este tipo de gráfico circular, a menudo en las dos primeras páginas del informe anual. En 1980, este tipo de revelación había desaparecido casi.

Nuestro análisis muestra cómo esta divulgación, y la información que reportó, disminuyó en un paso de bloqueo con el cambio hacia la opinión de que la única obligación de la empresa es con sus accionistas. Encontramos una pronunciada disminución en la prevalencia de estos gráficos en los años anteriores al artículo de Friedman de 1970, y otra pronunciada disminución a finales de los 70.

La disminución también coincidió con que los recursos firmes se destinaran cada vez más a la propia empresa y no a los empleados y otras partes interesadas. A medida que disminuye la prevalencia de la divulgación, las partes de ingresos que van a los empleados y los impuestos disminuyen, pero las acciones que se destinan a otros gastos operativos y a la financiación de la empresa aumentan.

Tal vez la parte más sorprendente de nuestro análisis se produjo cuando examinamos cómo el informe del gráfico circular afecta el comportamiento de la empresa. Utilizamos un marco de diferencia en diferencia para examinar los cambios en la proporción de ingresos asignados a los salarios antes y después de que una empresa dejara de informar el gráfico, al tiempo que controlaba variables como el tamaño de la empresa, la estructura de capital y la rentabilidad. Encontramos que, antes de 1970, las empresas que reportaron el gráfico pagaban una parte más alta de los ingresos en salarios. En otras palabras, priorizaban los intereses de los empleados más que las empresas comparables que no presentaban el gráfico.

Después de 1970, sin embargo, el efecto se invirtió completamente. Las empresas que comunicaron el gráfico circular más tarde, cuando la primacía de los accionistas se estaba convirtiendo en el punto de vista predominante, pagaron una parte inferior de los ingresos en salarios que las empresas comparables. Además, si bien las partes de los ingresos que se destinaban a salarios y dividendos no estaban correlacionadas antes de 1970, se correlacionaron extremadamente negativamente después, lo que indica que los dos grupos —empleados y accionistas— fueron puestos más en competencia por los recursos empresariales entre sí después de 1970.

Si bien estos hallazgos pueden sonar contradictorios, son consistentes con el cambio a la primacía de los accionistas que ocurrió alrededor de 1970 y enfatizan cómo el efecto de las revelaciones depende de los puntos de vista de las personas que las leen. Si los inversores creen que la única responsabilidad de una empresa es aumentar los beneficios, las divulgaciones se usarán como hoja de ruta para reducir costos mediante la reducción de salarios, impuestos y gastos socialmente responsables. De hecho, nuestros resultados sugieren que, en el entorno actual, la reducción de la transparencia y la concesión de una mayor discreción de gestión pueden ser mejores para los intereses de las stakeholder que la divulgación excesivamente entusiasta.

En conjunto, estos resultados ponen de relieve la complejidad de la creación de divulgaciones que motiven a los gerentes a tener en cuenta un conjunto más amplio de partes interesadas a la hora de tomar decisiones. Pero esa complejidad no significa que las empresas y los reguladores deban rendirse.

En cambio, las revelaciones deben examinarse cuidadosamente para asegurarse de que funcionan correctamente. La difusión más amplia de la información, en lugar de ponerla en divulgaciones centradas en los inversores, también podría hacer que esa información fuera más eficaz para alinear los intereses de las empresas y de los no accionistas. Y seguir cuestionando el papel de las empresas en nuestra sociedad y esperar que trabajen por un bien social más amplio podría eventualmente crear un clima en el que las divulgaciones puedan ser utilizadas por los propios accionistas para hacer que las empresas se comporten de manera más responsable. La obligación de divulgar información empresarial es un poderoso herramienta para el cambio, pero los reguladores deben actuar con cautela al hacerlo, teniendo en cuenta quién leerá la nueva información y cómo podría ser utilizada indebidamente.

por

  • Ethan Rouen
  • y

  • Jay Garg