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¿Quién necesita accionistas?

por Adi Ignatius

¿De qué sirven los accionistas? ¿Qué valor ofrecen realmente? Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, puso fin a su burla en la problemática OPI de la empresa. Al igual que otros gigantes tecnológicos, Facebook emitió a las personas con información privilegiada una clase de acciones paralelas y más poderosas, que tienen 10 veces el peso de voto de las acciones ofrecidas al público. Las acciones de Zuckerberg le dan el control de casi el 57% de los derechos de voto de la empresa, lo que garantiza que los accionistas externos tengan poco que decir sobre la gestión de Facebook.

La mayoría de las empresas públicas no han seguido ese camino. Sin embargo, en general, los accionistas rara vez desempeñan las funciones de supervisión que se esperaban de ellos.

En el largometraje Big Idea de este mes, Justin Fox, director editorial de HBR, y Jay Lorsch, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, abordan el meollo del debate. Describen las funciones que los accionistas externos deben desempeñar en la corporación moderna (proporcionar dinero, información y disciplina) y demuestran que hoy en día no están haciendo ninguna de ellas muy bien.

En cuanto al dinero, el aumento de las operaciones a corto plazo ha provocado volatilidad y un capital impaciente. En cuanto a la información, hay tanto «ruido» en el mercado que no está claro qué señales envían realmente los precios de las acciones. Y el aumento del activismo de los accionistas no parece impedir que los gerentes adopten conductas que destruyen valores y se llenan los bolsillos.

Una vez más: ¿De qué sirven los accionistas?

Fox y Lorsch abogan por repensar el papel de los accionistas en la corporación. Piden que otros actores de la ecuación (juntas directivas, clientes, empleados, prestamistas y reguladores) asuman parte de la carga de proporcionar dinero, información y, especialmente, disciplina. En última instancia, el objetivo es dar más influencia a los accionistas pacientes que están interesados en la salud a largo plazo de la empresa, separándolos de los a corto plazo que impulsan los movimientos diarios de los precios de las acciones.

No hay una solución fácil, pero esperamos que el artículo, que forma parte de nuestra serie continua sobre cómo arreglar los sistemas económicos y financieros mundiales, fomente el debate y la pronta acción.
Adi Ignatius, Editor en jefe

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