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Personal growth and transformation

Qué nos impide alcanzar nuestras metas

por Jeremy Campbell

Qué nos impide alcanzar nuestras metas

Se sabe que las metas son difíciles de alcanzar, ya sean personales o profesionales. Se podría pensar que las actividades se basan en el cuidado personal (¡Saldré a correr todas las mañanas!) , ampliando nuestros conocimientos (¡leeré más libros!) y desarrollar nuevas habilidades (¡aprenderé a programar!) serían actividades divertidas, e incluso alegres. Sin embargo, año tras año, las metas que nos marcamos acaban pareciendo tareas. ¿Por qué?

Recientes investigación muestra que cuando nos proponemos alcanzar nuestros objetivos, nos centramos en la recompensa. Cuando nos enfrentamos a desafíos, esas recompensas desempeñan un papel crucial a la hora de motivarnos o desalentarnos. Como los objetivos a menudo requieren que participemos en acciones y comportamientos nuevos, requieren un esfuerzo significativo. Nuestro cerebro está constantemente sopesando los costes y beneficios de nuestras elecciones. Si creemos que el esfuerzo supera a la recompensa, tenemos la tentación de darnos por vencidos. Esto explica por qué pasamos gran parte de nuestras vidas nadando entre ruinas de objetivos incumplidos.

¿La solución? Podemos superar nuestra resistencia natural a hacer cosas difíciles persiguiendo hábitos en lugar de objetivos. Algunos de los líderes, entrenadores, atletas y pensadores más exitosos han adoptado este enfoque una y otra vez.

Tomemos el ejemplo de Sarah Broadhead, una psicóloga que trabajó con el equipo olímpico británico. Broadhead entrenó a la adolescente Jade Jones, titular de taekwondo, con dos medallas de oro olímpicas. A lo largo de este proceso, su mantra fue: «Las personas exitosas hacen de manera constante lo que los demás solo hacen de vez en cuando». Mientras se entrenaba, Broadhead ayudó a Jones a centrarse en construir un puñado de hábitos: comer de forma nutritiva, aprender a concentrarse y concentrarse, ejercitar los músculos para desarrollar fuerza y flexibilidad, dormir lo suficiente y reservar tiempo para la recuperación. Los dos eran religiosos en cuanto a quedarse evitando las distracciones. Reflexionaban y revisaban el progreso todas las semanas antes de restablecerlo para el siguiente sprint de siete días. Esta rutina y esos hábitos le permitieron a Jade desarrollar poco a poco las habilidades que necesitaba para alcanzar su ambiciosa meta.

En resumen, lograr sus objetivos tiene que ver con el proceso, no con el resultado. En lugar de hablar de la emocionante, pero potencialmente abrumadora, perspectiva de alcanzar una meta, podemos centrarnos en tomar medidas diarias. Esto reducirá la ansiedad que sentimos cuando, inevitablemente, nos enfrentamos a obstáculos. Incluso después de un revés, podemos concentrarnos únicamente en el siguiente paso del camino hacia la cima. Todo lo que tenemos que hacer es seguir adelante. De esta forma, nos liberamos de la presión de correr hacia la línea de meta.

Tomemos esta forma de pensar y adaptarla a su propia vida y carrera. Estas son algunas cosas que debe tener en cuenta a la hora de fijar objetivos.

Haga que sus objetivos sean realistas, en lugar de fantásticos.

Digamos que ha decidido ser su yo más leído para cuando cumpla 30 años. Va a leer todos los libros que ha comprado en los últimos 10 años, pero que nunca ha terminado. El problema es que solo faltan cuatro meses para su cumpleaños. Su objetivo es leer aproximadamente 50 libros. Parece mucho de abordar en tan poco tiempo, así que existe la inevitable tentación de adoptar medidas extremas e insostenibles, como leer 10 horas todos los días o simplemente darse una paliza mental y darse por vencido incluso antes de empezar.

Bueno, ¿y si se fija la meta de leer durante una hora todas las mañanas antes de levantarse y una hora todas las noches antes de dormir? De esa manera, podría leer uno o dos libros a la semana y, finalmente, alcanzar su objetivo, tal vez no el día de su cumpleaños, pero cerca de él. Su objetivo ahora parece más realista y alcanzable, ¿verdad? También obtiene el factor de bienestar cuando alcanza ese objetivo diario.

Por supuesto, se enfrentará a algunos reveses en el camino, igual que Jones en su viaje a los Juegos Olímpicos. Pero cada una de esas pequeñas victorias se sumará para que se sienta muy bien al cruzar la línea de meta.

Asegúrese de que sus objetivos son claros, no ambiguos.

Un objetivo ambiguo deja demasiado a la interpretación. Será difícil decidir qué medidas diarias debe realizar en su viaje si su destino es impreciso. Esta es una receta para engañarse o darse por vencido. En su lugar, haga que sus objetivos sean INTELIGENTES: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con plazos determinados.

Supongamos que su objetivo es organizarse más en el trabajo. No cabe duda de que parece algo que podría ayudar en todos los ámbitos de la vida, pero ¿qué significa realmente ser organizado? ¿Cuáles son los componentes?

Intente pensar en lo que tiene que hacer para organizarse. Por ejemplo, podría fijarse un objetivo pequeño de borrar la bandeja de entrada al final de cada día (específico y relevante). Ahora reserve 10 minutos en tres momentos del día para revisar su bandeja de entrada (alcanzable, medible y con límite de tiempo). De esta manera, tendrá muchas más posibilidades de lograr su objetivo y de desarrollar un hábito que cambie su forma de trabajar.

Céntrese en el progreso, no en la perfección.

Preocuparse por hacer algo a la perfección puede impedir que haga cualquier cosa. Reconocer este obstáculo es el primer paso para superarlo.

Por ejemplo, supongamos que quiere aprender un nuevo idioma para impulsar su carrera y busca un trabajo mejor en el mercado latinoamericano. Usted decide utilizar una aplicación de idiomas. Se ha fijado el objetivo INTELIGENTE de estudiar 30 minutos antes de cada jornada laboral. Es un buen comienzo, pero es de esperar que algún día surjan obstáculos. Habrá días en los que tendrá que centrarse en un proyecto urgente. Puede que lo llamen para reemplazar a un amigo que está fuera por enfermedad.

A veces puede parecer que da un paso adelante y dos atrás. Puede que dedique 30 minutos al día a estudiar durante dos semanas enteras, luego trate de hablar y tropezar con su nuevo vocabulario. En lugar de dejar que eso lo disuada, dese una palmadita en la espalda por haber llegado tan lejos. ¿Recuerda cuando ni siquiera podía presentarse en el nuevo idioma? Celebre el hecho de que haya intentado mantener una conversación en su nuevo idioma como una victoria, aunque no fuera perfecta. Durante todo el período de su esfuerzo, lo que más importa es el progreso que haya realizado, que incluye recuperarse de un revés y aprender de sus errores.

Mantenga la coherencia, no se distraiga.

Cuando se encuentra en medio de un entorno corporativo implacable o cuando estudia para los exámenes, puede ser muy fácil distraerse de sus objetivos. La clave es centrarse en los pequeños pasos y asegurarse de que se ajustan a su agenda diaria. Cuando empezamos a hacer algo todos los días, se convierte en una rutina y, finalmente, en un hábito.

Oiga, quiere adquirir el hábito de llevar un diario. Piense en un momento en el que esté solo, sin ideas sobre el trabajo o la escuela, y programe tiempo para escribir en su diario de forma constante durante ese período. En algún momento, esta práctica se convertirá en un comportamiento que practicará con poco o ningún pensamiento. Ahí es cuando se convierte en un hábito. Pero empieza con la repetición.

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Sea cual sea su objetivo, recuerde que no tiene por qué ocurrir de la noche a la mañana y probablemente no pueda. Dividir el objetivo en pequeños pasos diarios, hacerlos INTELIGENTES y mantener la coherencia aumentará sus probabilidades de lograr el objetivo.