Tome mejores decisiones desafiando sus expectativas

Cuando nos enfrentamos a una decisión difícil, a menudo establecemos expectativas inconscientemente —para nosotros y para los demás— tanto sobre […]

Tome mejores decisiones desafiando sus expectativas

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Cuando nos enfrentamos a una decisión difícil, a menudo establecemos expectativas inconscientemente —para nosotros y para los demás— tanto sobre el proceso de toma de decisiones como sobre el resultado. En nuestras expectativas están nuestros sesgos, que siempre forman parte de nuestra forma de pensar, por lo que puede ser muy difícil de sacar a la luz. Para combatir los prejuicios, el autor ha creado un marco en el que se le pide que considere sus decisiones desde cuatro puntos de vista: su comportamiento, su información, su análisis y la estructura o el entorno que lo rodea al tomar su decisión.

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Todos queremos creer que vemos el mundo tal como es. Pero como han demostrado muchos psicólogos del comportamiento, en realidad vemos el mundo a través de un parabrisas sucio de prejuicios, suposiciones y juicios. Entonces, ¿cómo podemos desentrañar e identificar los errores mentales que nos nublan el parabrisas e impiden pensar con claridad? Y una vez que identifiquemos nuestros sesgos, ¿cómo podemos controlarlos y contrarrestarlos para tomar mejores decisiones? Una de las mejores maneras de frustrar los prejuicios es hacer frente a nuestras expectativas subyacentes, es decir, las suposiciones y los juicios que sustentan nuestro proceso de toma de decisiones. Las expectativas no son actores pasivos. Tienen su propio impulso porque nos llevan a actuar en función de suposiciones que pueden o no ser ciertas. Sin examinar nuestras expectativas, no sabremos qué tipo de impulso estamos generando. ¿Nos estamos abriendo a la investigación y a la conexión con los demás? ¿O estamos cerrando las vías y las oportunidades de inclusión y una resolución de problemas más holística? Las expectativas pueden informar (incluso dictar) nuestro proceso de toma de decisiones, ya que, incluso cuando miramos hacia el futuro, nuestra forma de pensar se ve moldeada por nuestras acciones pasadas y por la percepción de los resultados del pasado. A menudo no reconocemos que hemos establecido expectativas porque nos lanzamos al proceso de toma de decisiones sin hacer explícito lo implícito. ## El marco BIAS Entonces, ¿cómo entendemos y tenemos en cuenta nuestras expectativas? He creado un marco en el que se le pide que considere sus decisiones desde cuatro puntos de vista: su comportamiento, su información, su análisis y la estructura o el entorno que lo rodea a medida que toma su decisión. Yo lo llamo marco BIAS, tomando la primera letra de cada punto de vista. El objetivo es utilizar un enfoque estructurado para mantener la mente abierta, fomentar el análisis y evitar la parálisis, ya que las mejores decisiones, aunque estén moldeadas en parte por el instinto, son mejores por ser el producto de un proceso de pensamiento, no solo de una idea. Para ilustrar cómo utilizar el marco BIAS, quiero presentarle a Bill, el hijo de mediana edad de padres ancianos. Los padres de Bill querían mudarse de la casa de varios pisos donde habían criado a su familia. Acudieron a Bill para que los ayudara con una decisión de alto riesgo. Juntos decidirían adónde irían los padres de Bill después. Los tres asumieron que la mudanza sería difícil tanto emocional como físicamente. Creían que lo más fácil sería mudarse una sola vez a un centro de cuidados para personas mayores que ofreciera cuidados continuos. Pero, ¿era realmente la mejor opción? ### Comportamiento El primer paso para desafiar las expectativas es enfrentarse a sus suposiciones sobre su propio comportamiento, así como al comportamiento de cualquier otra persona que participe en su toma de decisiones. Bill nunca había tenido que ayudar a sus padres con una decisión de esta magnitud. Se sintió halagado de que se lo hubieran pedido, pero como se había metido con ellos en otras decisiones de alto riesgo, estaba ansioso por apoyarlo. Bill también reconoció su malestar con las conversaciones difíciles y emotivas. Así que, cuando sus padres centraron su búsqueda únicamente en centros de cuidado para personas mayores que ofrecieran una atención continua porque no querían enfrentarse a múltiples mudanzas en el futuro, Bill se unió felizmente a ellos. Asumió que rechazarían cualquier opción que no fuera una sola jugada. Al examinar su comportamiento, Bill reconoció que su conformidad con el enfoque de sus padres en las guarderías para personas mayores se debía en parte a su deseo de evitar conversaciones difíciles. Bill identificó un sesgo de anclaje y encuadre en su comportamiento que podría llevarlo a él —y a sus padres— por mal camino. La decisión que tenían que tomar no tenía que ver con simplificar el proceso de mudanza, sino con el tipo de estilo de vida que los padres de Bill querían ahora y el que podrían necesitar en el futuro. Para entender mejor cómo sus expectativas en torno al comportamiento afectan a su toma de decisiones, pregúntese: – ¿Hay algún comportamiento en torno a su próxima decisión que pueda afectar a su capacidad de ver la situación de manera más objetiva? – ¿Cómo impulsan su comportamiento las decisiones del pasado? ¿Y en qué se diferencia esta decisión de las decisiones anteriores? – ¿Cómo espera que se comporten las demás partes interesadas? Sesgos a tener en cuenta: sesgo de encuadre (tomar decisiones en función de la forma en que se presenta la información); sesgo de anclaje (se basa en gran medida en la primera información recibida). ### Información El siguiente paso es entender sus expectativas en torno a la información que necesita y quiere tomar su decisión. Bill se siente cómodo recopilando información; de hecho, le gusta recopilar datos. Cuando sus padres y él empezaron a investigar las instalaciones locales, supuso que podría obtener información transparente sobre los precios y una lista de los servicios y comodidades con calidad de vida que ofrecía cada lugar, y que estos datos serían los datos importantes. Bill esperaba que sus padres se preocuparan por la información sobre cómo podrían vivir de forma independiente ahora y que querrían tener la seguridad de recibir todos los cuidados que necesitaran en el futuro cuando los necesitaran. Mientras Bill examinaba sus suposiciones sobre la información que todos necesitarían, volvió a dar vueltas al paso de las expectativas conductuales: si él y sus padres comenzaban a resolver el problema desde un marco incorrecto (es decir, solo un movimiento), en realidad no estaban recopilando la información que necesitaban. ¿Cómo podrían evaluar con precisión las necesidades futuras de sus padres? Además, ¿podrían evaluar cómo una institución en particular podría satisfacer esas necesidades futuras? ¿Podrían suponer que muchos cuidados equivalen a buenos cuidados? Esto se denomina sesgo de confirmación. Para entender más claramente sus expectativas en torno a la información y su impacto en la toma de decisiones, eche un vistazo a sus hábitos de recopilación de información. Pregúntese: – ¿En qué se parece esta decisión a otras que ha tomado en el pasado y en qué se diferencia? – ¿Cuáles son las expectativas que tiene sobre el tipo de información que podrá recopilar? – ¿Qué información espera que aporten las demás partes interesadas en la toma de decisiones? Sesgos a tener en cuenta: sesgo de confirmación (buscar, favorecer o interpretar la información de una manera que confirme sus creencias actuales); sesgo de atención (centrarse más en algunos datos que en otros). ### Análisis La forma en que analizamos la información también puede introducir sesgos en nuestro proceso de toma de decisiones. Bill normalmente comienza con una lista de pros y contras para evaluar sus opciones. Sin embargo, se dio cuenta de que su análisis de la situación podría no ser relevante para esta decisión. La propiedad de las decisiones en realidad pertenecía a sus padres. Lo que estaba en juego era su futuro hogar, no el suyo. Este paso le dejó claro a Bill que no quería presionar a sus padres hacia quéél creí que era lo mejor. Eso podría introducir un sesgo de proyección, una característica común de nuestra forma de pensar, en la que creemos que los demás tienen la misma prioridad, actitud o creencias que nosotros. Bill se dio cuenta de que necesitaba que sus padres compartieran cómo les gustaría analizar sus opciones de vida para poder apoyar mejor sus esfuerzos. Además, Bill sabía que sus padres se centraban mucho más en mantener sus libertades actuales que en problemas futuros, potenciales y desconocidos. Esta sobreponderación de un solo punto de datos, llamado sesgo de prominencia, podría inclinar a sus padres a preferir la información sobre los servicios que se adapten a su estilo de vida actual, ignorando necesidades de salud indeterminadas en el futuro. Al hacer explícitas estas preocupaciones, Bill podría mantener una conversación con sus padres antes de tiempo sobre cómo analizarían la información. Se dio cuenta de que tal vez la decisión no la deberían tomar ellos tres solos. Decidió preguntar a sus padres sobre la posibilidad de reunirse con el médico de cabecera de cada uno para obtener asesoramiento profesional sobre los tipos de servicios de salud futuros en los que centrarse, dados sus antecedentes médicos específicos. Para entender mejor cómo la forma en que analiza la información puede afectar a su toma de decisiones, pregúntese: – ¿Qué análisis suele realizar? ¿Es relevante para esta decisión? – ¿Cuáles son sus expectativas sobre su capacidad para sintetizar y entender la información relacionada con la decisión a la que se enfrenta actualmente? – ¿Qué pueden aportar las demás partes interesadas en la toma de decisiones al proceso de análisis? Sesgos a tener en cuenta: sesgo de proyección (creer que los demás comparten nuestras mismas prioridades, actitudes o creencias); sesgo de prominencia (sobreponderar un solo punto de datos). ### Estructura El último paso es examinar la estructura o el entorno que lo rodea a medida que toma su decisión. Los padres de Bill tenían una fecha límite, aunque se la impusieron ellos mismos: querían estar fuera de casa antes del invierno. Su presupuesto también era fijo: tendrían el dinero de la venta de la casa y una cómoda pensión mensual. Si bien Bill pensaba que sus padres y él estaban dedicando tiempo suficiente para tomar una decisión sin demasiada presión de tiempo, se dio cuenta de que todos se habían centrado en los costes anuales sin entender bien cuáles podrían ser los gastos médicos futuros. Pero tal vez eso era desconocido; probablemente había un límite en lo que la familia podía planificar realmente. Aunque los padres de Bill encontraron dos centros que cumplían con muchos de sus criterios, cada uno tenía un defecto grave. En un lugar, aunque ahora podían comprar el tipo de vivienda que necesitaban, no había garantía de que hubiera viviendas con más cuidados disponibles cuando las necesitaran. Se dieron cuenta de que el segundo centro significaba que tendrían que cambiar de médico de atención primaria porque el viaje se haría demasiado largo. Ambos tenían muchas ganas de mantener su relación con sus médicos de atención primaria, ya que cada uno de ellos tenía un historial médico complejo. Para entender mejor cómo la estructura puede afectar a su toma de decisiones, pregúntese: – ¿Cuáles son las oportunidades y las limitaciones de la decisión que está a punto de tomar? – ¿Hay una fecha límite? – ¿Podría la decisión ser flexible o estar limitada por el dinero u otras presiones externas? – ¿Las demás partes interesadas están sujetas a alguna restricción? Sesgos a tener en cuenta: falacia de planificación (subestimar el tiempo que se tardará en completar una tarea futura, a pesar de saber que las tareas anteriores generalmente han tardado más de lo previsto); sesgo del status quo (preferir la situación actual, lo que resulta en una resistencia al cambio). *** Tras aplicar el marco BIAS a la toma de decisiones, Bill y sus padres se dieron cuenta de que estaban resolviendo un problema equivocado. No necesitaban un centro de cuidados para personas mayores y, si trataran de meterse con zapatos en uno para evitar una segunda mudanza, podrían haber tomado una decisión cara e infeliz. Simplemente necesitaban una casa sin escaleras exteriores y con un dormitorio principal en el primer piso. Cuando Bill pasó la decisión a sus padres y los presionó para que explicaran sus expectativas, todos se dieron cuenta de que eran la ansiedad y el estrés los que los llevaron a centrarse en una sola jugada. William Shakespeare escribió una vez: «Las expectativas son la raíz de todos los dolores de cabeza». Cuando nos enfrentamos a una decisión difícil, a menudo establecemos expectativas inconscientemente —para nosotros y para los demás— tanto sobre el proceso de toma de decisiones como sobre el resultado. En nuestras expectativas están nuestros sesgos, que siempre forman parte de nuestra forma de pensar, por lo que puede ser muy difícil de sacar a la luz. El marco BIAS divide lo que se puede conocer en sus componentes: nuestro comportamiento, nuestra información, nuestra capacidad de pensar críticamente sobre nuestras decisiones y las fuerzas externas que afectan a las decisiones. Este marco nos permite examinar nuestras expectativas y hábitos para poder comprobar y desafiar los prejuicios, las suposiciones y el juicio a fin de interactuar mejor con los demás y con nuestras decisiones. El dolor de corazón es parte de la vida, pero las expectativas no tienen por qué llevar a eso.

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