Las pequeñas acciones que se convierten en su legado
por Elisabeth Hayes

Mi padre era un hombre de pocas palabras: tranquilo y amable, poco dado a hablar de sí mismo. Vivía con Parkinson, pero nunca dejó que eso le definiera. Poco antes de fallecer, le pregunté cómo quería que le recordaran. “Sólo los hechos”, me dijo.
Su respuesta ha perdurado en mí, no sólo por su humildad, sino por lo que dice sobre el legado. No se trata de títulos ni de elogios. Se trata de lo que es verdad: cómo te presentas día a día. La forma en que tratas a la gente. Los valores con los que actúas, incluso cuando nadie te está mirando.
Para los altos dirigentes este es un recordatorio importante. Porque aunque es natural centrarse en los grandes objetivos y resultados, creo que son las elecciones más silenciosas las que dejan una huella más profunda.
Entonces, ¿cómo dar forma a ese tipo de legado?
La autorreflexión llega muy lejos
En mi trabajo como coach de liderazgo, a menudo ayudo a los líderes a aportar claridad, autoconciencia e intención a las elecciones cotidianas que contribuyen a dar forma a su legado. He aquí dos preguntas de autorreflexión que puede hacerse.
¿Por qué quiero que se me conozca?
Aléjese del día a día y hágase esta pregunta engañosamente sencilla. Tomarse el tiempo de escribir -en lugar de limitarse a pensar- por qué quiere que le conozcan puede aportar una claridad sorprendente, ya que ayuda a concretar ideas abstractas.
Una líder con la que trabajé describió su aspiración de esta manera: “Quiero que se me conozca como alguien que invirtió tiempo en las relaciones, dio retroalimentación honesta y ayudó a las personas a crecer en roles para los que no estaban seguras de estar preparadas”.
Considere la posibilidad de reflexionar sobre:
- ¿Qué quiero que digan de mí mis compañeros y subordinados directos cuando no estoy en la sala?
- ¿Qué tono establezco (incluso involuntariamente) en las reuniones, correos electrónicos y otras comunicaciones?
- ¿Qué cualidades o valores quiero demostrar sistemáticamente en mis interacciones diarias?
- ¿Cómo quiero que se sienta la gente después de trabajar conmigo?
¿Cómo me perciben los demás?
Si lleva un tiempo en un puesto directivo, es probable que tenga una idea de cómo le ven los demás. Pero la autopercepción sólo cuenta una parte de la historia.
Solicite la opinión de algunos colegas de confianza que le vean en contextos diferentes. Tanto si hace la petición en persona como por correo electrónico, puede decir: “Estoy reflexionando sobre el tipo de impacto que estoy teniendo. ¿Estaría dispuesto a compartir su experiencia trabajando conmigo?”.
Algunos prompt que podría ofrecer:
- ¿Cuáles son las dos o tres palabras que utilizaría para describirme en el trabajo?
- ¿Qué es lo que quizá no sepa sobre cómo me presento?
- ¿Dónde tengo un mayor impacto?
Recuerde mantener la mente abierta. Algunas percepciones podrían sorprenderle; otras podrían confirmar lo que ya sabe. Ambas son valiosas para aumentar el conocimiento de sí mismo.
Haga ajustes
Aquí es donde empieza el verdadero trabajo: traducir las percepciones en acciones intencionadas. Se trata de salvar las distancias entre el líder que quiere que le conozcan y la forma en que los demás le perciben ahora.
Por ejemplo, quiere que le conozcan por capacitar a los demás, pero los comentarios que ha recibido sugieren que a menudo está demasiado ocupado o que usted mismo asume demasiadas cosas. Esta desconexión es un buen punto de partida.
En lugar de centrarse en grandes gestos, busque pequeños cambios coherentes, como por ejemplo
- Tomar decisiones más intencionadas para delegar
- Reservar un espacio para el acceso informal
- Compartir más abiertamente su proceso de pensamiento
Digamos que quiere que le recuerden como un líder que defiende a los demás y les ayuda a crecer en funciones para las que no estaban seguros de estar preparados. Sin embargo, los demás le perciben como una persona más centrada en los resultados que en las personas que hay detrás de ellos. Incluso si valora realmente las contribuciones de su equipo, es posible que sus comunicaciones no lo reflejen plenamente. Algunos cambios que podría hacer para reforzar su enfoque en las personas, no en los resultados, podrían ser
- Destacar las contribuciones de los demás en las reuniones
- Reconocer los esfuerzos específicos, no sólo los resultados
- Comprobar de manera informal que está interesado en su crecimiento
- Dedicar tiempo a conversaciones sobre el desarrollo profesional
O puede que quiera que le vean tranquilo y firme bajo presión, pero los comentarios sugieren que puede parecer brusco o precipitado en momentos de tensión. En ese caso, los pequeños cambios podrían incluir:
- Reducir la velocidad antes de responder bajo presión
- Ser franco sobre los retos sin aumentar la tensión
- Modelar un tono más firme, incluso cuando el estrés es elevado
Dejar que los hechos hablen por sí solos
Al final, mi padre quería ser recordado con “sólo los hechos”. La verdad de cómo vivió. No fue hasta después de su muerte -y de que la gente de su comunidad de Parkinson compartiera sus historias- cuando empecé a apreciar el impacto significativo que tuvo.
Y aunque su historia es personal, la lección es universal: el impacto duradero está determinado por lo que es coherente, no necesariamente por lo que es ruidoso. Desde mi experiencia, son las acciones sencillas y cotidianas las que generan confianza, refuerzan sus valores y conforman la forma en que la gente le recordará.
¿Qué dirán de usted sus hechos? ¿Y cómo empezará a darles forma hoy mismo?
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