Un plan de juego sobre liderazgo de los mejores entrenadores del mundo.
Cualquiera puede pretender ser un líder, pero como cualquiera que haya servido bajo las órdenes de uno malo puede decirte, hay un mundo de diferencia entre los buenos y los malos líderes. Todo se reduce a esto: los verdaderos líderes dirigen de verdad. Establecen objetivos y motivan a la gente, permitiendo que su equipo consiga algo grande.
Con esto en mente, ¿quién podría tener más que enseñar sobre liderazgo que los mejores entrenadores deportivos del mundo?
Repleto de valiosas lecciones sobre liderazgo, este resumen es un alijo de sabiduría sobre entrenamiento. Y no te preocupes: son aplicables a cualquiera que desempeñe un papel de liderazgo, independientemente de si sueñas o no con levantar algún día la Copa Mundial de la FIFA. Los consejos y las técnicas que aprenderás han triunfado bajo las luces más brillantes, así que sabes que se mantendrán bajo presión.
En este resumen, aprenderás
- que la filosofía no es sólo para los antiguos griegos;
- que hay fuerza en el desafío;
- y
- por qué un “arquitecto cultural” es la clave del éxito
.
No hay un único camino para convertirse en líder. Los orígenes únicos aportan puntos fuertes únicos.
¿De dónde vienen los líderes? ¿Existe una receta especial, un conjunto de experiencias o diplomas que dotan a una persona de una cualidad llamada “liderazgo”? ¿O simplemente los líderes vienen al mundo completamente formados, bendecidos con los genes adecuados o nacidos bajo una estrella propicia?
A pesar de lo que algunas personas puedan hacerte creer, los líderes vienen de cualquier parte y de todas partes. No existe un único conjunto de cualidades, experiencias o cualificaciones que dé como resultado un gran liderazgo. Y, sea cual sea el campo en el que te muevas, no hay un único camino para convertirse en líder. Puede que algunos caminos sean más comunes que otros, pero es importante recordar que hay muchas formas de llegar a ser un gran líder.
El camino para ser un gran líder.
El mensaje clave de este resumen es: No hay un único camino para convertirse en líder. Los orígenes únicos aportan puntos fuertes únicos.
Es fácil caer en la trampa de pensar que la única forma de lograr algo es seguir el mismo camino que has visto seguir a otros. Sin embargo, cuando se trata de liderazgo, no hay un único camino hacia la cima. Incluso entre un grupo bastante reducido de líderes -los entrenadores deportivos profesionales- vemos una gran variedad de orígenes.
Por ejemplo, el gerente de la selección española de fútbol, Roberto Martínez. Su padre fue jugador y entrenador, por lo que Martínez se crió en el deporte y jugó profesionalmente durante años antes de iniciar su carrera de gerente. Ahora compara a Martínez con el gerente de rugby australiano Michael Maguire, que enseñó matemáticas, ciencias y educación física en un instituto mientras ascendía en las filas del rugby. Resultados similares. Caminos tremendamente diferentes.
Al igual que no existe un único camino ideal hacia el liderazgo, tampoco existe un único estilo ideal de liderazgo. Cada líder aporta sus propios puntos fuertes, que se derivan de su formación y personalidad.
Por ejemplo, el gerente de un equipo de fútbol inglés, Sean Dyche, cita el tiempo que trabajó como entrenador de juveniles. Esta experiencia le proporcionó valiosas habilidades docentes que ha transferido a su puesto actual de entrenador al más alto nivel del fútbol inglés: en la Premier League.
Puede que pienses que los niños y los profesionales de élite con sueldos multimillonarios no tienen mucho en común, pero Dyche no estaría de acuerdo. Mientras entrenaba a niños, aprendió sobre la paciencia, el desarrollo y la alegría por el juego. Y lo que es más, comprender esas cosas le ha ayudado a tener éxito cuando más hay en juego.
Así que no olvides buscar inspiración en tu pasado, aunque sea poco convencional. De hecho, deberías inspirarte en tu pasado, especialmente si es poco convencional. Puede que descubras que tu pasado, como el de Dyche, es un manantial improbable de habilidades de liderazgo.
No existe un estilo único que constituya un liderazgo eficaz, pero todos los buenos líderes son resistentes.
El liderazgo no es resolver una ecuación; es pintar un cuadro. Y al igual que diferentes artistas tienen diferentes estilos artísticos, diferentes líderes tienen diferentes estilos de liderazgo. Un cuadro de Pablo Picasso difiere mucho de una obra de Leonardo da Vinci, pero todo el mundo reconoce que cada uno dominó su propio estilo personal. El liderazgo no es diferente.
Eso no quiere decir que los grandes líderes no tengan nada en común. Hay algunos rasgos básicos de personalidad que ayudan a los líderes a seguir adelante, independientemente de su estilo personal.
El mensaje clave aquí es: No hay un único estilo que constituya un liderazgo eficaz, pero todos los buenos líderes son resilientes.
Los líderes tienen una personalidad fuerte.
Algunos líderes son fogosos y exuberantes. Otros son tranquilos, fríos y serenos. Y eso está bien: ambos estilos tienen sus méritos. No existe un único estilo de liderazgo que sea mejor que todos los demás. Sin embargo, todos los grandes líderes poseen un puñado de habilidades cruciales, y la principal de ellas es la resiliencia.
Sea cual sea tu estilo de liderazgo, en un momento u otro tendrás que enfrentarte al fracaso. Lo que diferencia a los grandes líderes de los malos es su capacidad para superar esos contratiempos y seguir adelante.
Entrenar al más alto nivel de un deporte conlleva grandes éxitos, pero también significa que tus fracasos se convierten en noticia nacional. ¿Recuerdas a Sean Dyche, el antiguo entrenador de las categorías inferiores del resumen anterior? Pues bien, en un momento dado, su equipo descendió de la máxima categoría del fútbol inglés, la Premier League, y se vio acosado por las críticas de todos los rincones de la prensa futbolística inglesa. Pero Dyche aguantó. Mantuvo la confianza en sí mismo y, en el plazo de un año, volvió a llevar a su equipo a la Premier League. Ése es el tipo de resiliencia que necesitan todos los grandes líderes.
Incluso si tus reveses te hacen perder la confianza en ti mismo.
Aunque tus reveses no salgan en las noticias nacionales, seguirán siendo un reto. Necesitarás resiliencia personal para volver a ponerte en pie. Sin embargo, una vez que te hayas levantado y te hayas sacudido el polvo, tendrás que dar el siguiente paso: aprender del revés. Todos los líderes se enfrentan al fracaso, pero los grandes líderes saben que cada fracaso es una oportunidad para crecer y aprender.
Los grandes líderes también se esfuerzan siempre por adaptarse y satisfacer las necesidades de su equipo. Fíjate en el entrenador de críquet Gary Kirsten, que aprendió a utilizar un toque más suave con los jugadores con dificultades para ayudar a construir relaciones más fuertes a largo plazo. Este tipo de relaciones sólidas son esenciales para ayudar a tu equipo a recuperarse cuando está deprimido.
Unos principios básicos claros te ayudarán a guiarte cuando llegue el momento de tomar decisiones difíciles.
La filosofía no es sólo para pensadores que se pasan el día sentados reflexionando sobre el sentido de la vida. Tú también tienes una filosofía, aunque no seas consciente de ello.
En este contexto, “filosofía” significa simplemente un conjunto de creencias y principios rectores. Cuando se aplica a las organizaciones, puede ser una herramienta de liderazgo extremadamente poderosa. Cuando todos se alinean tras una filosofía compartida, los miembros del equipo sabrán lo que se espera de ellos y los líderes podrán tomar mejores decisiones.
En cambio, cuando falta una filosofía, un equipo es como un barco lleno de personas que reman en direcciones diferentes: muchos esfuerzos bienintencionados, pero pocos avances.
Cuando todos los miembros de un equipo están alineados con una filosofía compartida, sabrán lo que se espera de ellos y los líderes podrán tomar mejores decisiones.
Éste es el mensaje clave: Unos principios básicos claros te guiarán cuando llegue el momento de tomar decisiones difíciles.
La idea de que un entrenador posea una “filosofía” es un poco exagerada. Al fin y al cabo, los entrenadores no son gurús, y a veces nos pasamos a la hora de atribuir el éxito de un equipo a un solo entrenador. Pero tener una serie de principios rectores es importante, y contribuye en gran medida a crear una cultura que apoye la búsqueda del éxito por parte de un equipo.
La filosofía de un equipo no es la misma que la de un entrenador.
No existe una filosofía única. De hecho, hay tantas filosofías como personalidades. Para Roberto Martínez, gerente de la selección nacional de fútbol de Bélgica, se trata de reproducir el estilo concreto de fútbol que más le inspiró de niño. Otros tienen filosofías más sencillas: el entrenador de rugby Michael Maguire anima a sus jugadores a afrontar los partidos con la actitud despreocupada de los niños que juegan en el parque como forma de relajarse y reducir la presión.
Independientemente de la filosofía, ésta adquiere su máxima importancia cuando la presión es mayor. Cuando las cosas son difíciles y los líderes tienen que tomar decisiones, sus principios básicos les ayudarán a elegir bien y a explicar su razonamiento a los demás. Por ejemplo, cuando el seleccionador inglés de rugby, Stuart Lancaster, se enfrentó a las críticas por nombrar a jugadores extranjeros para el equipo nacional, explicó que la decisión procedía de uno de sus principios organizativos básicos: construir el éxito a largo plazo. Confiaba en que su decisión conseguiría precisamente eso.
Una filosofía también guía más que las decisiones a gran escala. La filosofía del entrenador de los Atlanta Falcons, Dan Quinn, hace hincapié en la preparación psicológica para la competición, por lo que diseña sus entrenamientos de forma que reproduzcan fielmente las condiciones a las que se enfrentarán sus jugadores. Su equipo sabe que cada pequeño detalle de los entrenamientos es importante. Como resultado, se hace hincapié en la preparación de grupo y en la responsabilidad. Lejos de ser mística y abstracta, una filosofía es una de las cosas más concretas que puede poseer una organización.
Fija objetivos a largo plazo y asegúrate de que las acciones de todos están alineadas con ellos.
¿Qué quieres conseguir hoy? ¿Y mañana? ¿Y dentro de un mes? ¿Y dentro de cinco años?
¿Qué quieres conseguir hoy?
No se trata sólo de ejercicios de reflexión; los grandes líderes necesitan saber las respuestas a estas preguntas y asegurarse de que sus equipos también las conocen. Y una vez que hayas identificado tu objetivo, tienes que utilizarlo para guiar tus decisiones, tanto a corto como a largo plazo.
El mensaje clave aquí es: Establece objetivos a largo plazo y asegúrate de que las acciones de todos están en consonancia con ellos.
Los objetivos a largo plazo claramente establecidos desempeñan un papel importante en cualquier organización de éxito. Para tener éxito, la gente necesita saber no sólo qué intentan conseguir y cómo lo consiguen, sino también por qué es importante. Comprender por qué tu objetivo es importante para ti y para tu equipo unirá a todos. También sirve como poderoso motivador.
Un estudio realizado en 2001 sobre los equipos con más éxito del mundo en varios deportes diferentes llegó a la conclusión de que lo que los diferenciaba era bastante sencillo: Cada equipo tenía un objetivo organizativo claro y a largo plazo que informaba sus decisiones a corto plazo. Este “por qué” era lo suficientemente poderoso como para mantener a estas organizaciones entre los primeros puestos de sus respectivas ligas durante 20 años. No te equivoques: estos equipos han sufrido reveses. Los Patriots de Nueva Inglaterra, por ejemplo, no ganaron ningún campeonato entre 2004 y 2014. Pero su visión a largo plazo se impuso al final, llevándoles a ganar tres campeonatos más en 2020.
Pero no basta con establecer un objetivo compartido: los líderes también deben asegurarse de que guía las acciones cotidianas de sus organizaciones. Los grandes objetivos se componen de múltiples objetivos más pequeños. Cuando el golfista Justin Thomas fijó sus objetivos para la temporada 2017, por ejemplo, pretendía ganar torneos importantes, pero también se aseguró de conseguir mejoras específicas en distintas partes de su juego, como mejorar su golpeo. Los objetivos más pequeños y eficaces deben ir aumentando hasta llegar a tus resultados ideales a largo plazo.
Estos objetivos más pequeños variarán en función de cada persona, por lo que los líderes deben asegurarse de que están a bordo y en el buen camino. Esto no siempre tiene que ser una gran producción; las conversaciones informales son una forma estupenda de asegurarse de que la gente sabe hacia dónde se dirige y de hacer pequeños ajustes según sea necesario. Para alcanzar un gran objetivo, a veces hay que pensar en pequeño.
Identifica a los “arquitectos culturales” y asegúrate de que están comprometidos.
Un líder que se incorpora a una nueva organización se parece mucho a un vaquero desconocido que entra en un saloon del Salvaje Oeste. No, probablemente no te encontrarás con un siniestro retablo de cuatreros bebedores de whisky, armados con pistolas y con barba, pero todos los ojos estarán puestos en ti. Eres nuevo en esta ciudad. La gente se preguntará quién eres. Y habrá personas influyentes entre ellos, personas conocidas, queridas y respetadas.
Pero no hace falta que esto acabe en un tiroteo figurado. No te sientas amenazado por la presencia de otras personas que ya están en la organización; en lugar de eso, utilízalas en tu beneficio. Un equipo, a diferencia de una taberna, es lo suficientemente grande como para que prosperen múltiples líderes.
El mensaje clave de este resumen es: Identifica a los “arquitectos culturales” y asegúrate de que están comprometidos.
Al evaluar un nuevo equipo, los entrenadores buscan jugadores que sean respetados por sus compañeros. El psicólogo deportivo noruego Willi Railo llama a estas personas respetadas “arquitectos culturales”, porque marcan la pauta para sus compañeros. Un equipo seguirá el ejemplo de los arquitectos culturales, por lo que un nuevo líder debe tratar de ganarse a estas personas mediante una buena comunicación y el establecimiento de la confianza.
Uno de esos arquitectos culturales fue el futbolista inglés David Beckham; el talento y el carisma que le convirtieron en una superestrella mundial fueron también fuentes de confianza para sus compañeros de equipo. El ex seleccionador inglés Sven-Göran Eriksson dijo que era como si Beckham pudiera transferir la confianza en sí mismo a otros jugadores, lo que levantaba el ánimo de todo el equipo.
Entonces, ¿cómo se supone que un nuevo líder puede ganarse a estos influyentes miembros del equipo? No hay una solución única, pero la respuesta pasa por generar confianza y ser auténtico. Aquí las relaciones lo son todo; se trata de encontrar la motivación que mejor funcione. El gerente de fútbol Roberto Martínez explicó así su táctica: cuando intente ganarse a jugadores mayores influyentes, hará hincapié en su voluntad de ayudarles a asumir más responsabilidades e influir en los jugadores más jóvenes. Para Martínez, ésta es una forma eficaz de generar confianza, y el nuevo reto es una fuente de motivación para estos jugadores experimentados.
Cuando se utilizan bien, estos arquitectos culturales son enormemente valiosos: te ayudarán a instituir los cambios que buscas y aumentarán tu credibilidad. La idea de ganarse a toda una nueva organización es desalentadora, pero no te preocupes. Gánate a las personas influyentes, y ellas harán el resto del trabajo por ti.
Rodéate de gente dispuesta a cuestionarte y a sugerir cambios.
Es un tópico, pero es cierto: lo único permanente en la vida es el cambio. Por muy bien que parezcan las cosas en este momento, eso no durará para siempre. Indudablemente, algo echará por tierra las cosas: las personas evolucionarán, las estrategias quedarán desfasadas, las actitudes cambiarán. Es una garantía.
Entonces, ¿cómo se supone que un líder debe superar esto y saber cuándo ha llegado el momento de hacer cambios? Para empezar, siempre ayuda recibir buenos consejos. Nadie puede verlo todo, y escuchar los consejos de los demás es una parte fundamental para aprender a adaptarse. Hay una razón por la que todos los entrenadores, por grandes que sean, tienen ayudantes que les ayudan.
Éste es el mensaje clave: Rodéate de gente dispuesta a cuestionarte y a sugerir cambios.
Es importante recordar que nadie puede dirigir una organización solo. Detrás de todo gran líder hay un equipo de apoyo formado por asesores y ayudantes de confianza. Si quieres ser un gran líder, debes buscar ayudantes que sean tan inteligentes y motivados como tú. Recuerda: sólo eres tan bueno como las personas que te rodean.
¿Qué hace que un asistente sea bueno? Bueno, al igual que ocurre con el liderazgo, no existe una receta única para un personal de calidad. Cuando entrenaba a la selección nacional belga, Roberto Martínez contaba entre su personal con la superestrella retirada Thierry Henry, que durante su larga y condecorada carrera ganó la Copa Mundial de la FIFA y varios Campeonatos de Europa. Por otro lado, el equipo del entrenador de rugby Michael Maguire no incluye a nadie que haya jugado al rugby a un nivel de élite.
Para ambos entrenadores, el conocimiento y la lealtad son primordiales. El sello distintivo de un buen ayudante es la capacidad de ofrecer nuevas perspectivas y sugerir cambios.
Seguro que los que dicen “sí” te hacen sentir bien, pero no hacen organizaciones más fuertes. Un líder debe confiar en sus ayudantes, todos los cuales deben sentir la obligación de hacer preguntas y proponer nuevas formas de lograr los objetivos compartidos.
Michael Maguire, por ejemplo, dice que quiere que sus colaboradores le desafíen porque sabe que cometerá errores. El entrenador de críquet Gary Kirsten piensa lo mismo: para él, el liderazgo consiste en asegurarse de que su personal se sienta cómodo expresándose y aportando ideas diferentes. No consideres la disidencia como un desafío a tu autoridad. Permitirlo es, de hecho, un signo de fortaleza.
Al dar malas noticias, la sinceridad es la mejor política.
A nadie le gusta ser portador de malas noticias. Nunca es divertido decirle a alguien que ya no encaja, sea cual sea el escenario. Para los entrenadores de élite, las consecuencias de separar a un jugador de un equipo pueden ser importantes; a menudo provocarán una oleada de preguntas de otros miembros del equipo y de los medios de comunicación en general, y, lo que es más personal, significa frustrar las esperanzas del jugador y hacer añicos sus sueños.
Pero a veces hay que dar una mala noticia.
Pero a veces hay que hacerlo, por el bien del equipo. Si una líder ha construido una base de buena comunicación, será capaz de mantener el respeto incluso cuando haga cambios impopulares.
Esta es la base de la buena comunicación.
Este es el mensaje clave: Al dar malas noticias, la sinceridad es la mejor política.
Cuando se trata de mantener conversaciones difíciles, no hay una salida fácil. Tiene que hacerse en persona, con el líder transmitiendo claramente el mensaje. Cuanto más dolorosa sea la decisión, más esencial es que el destinatario la oiga directamente de boca del líder. El líder debe ser honesto y directo, reconociendo las emociones del otro y dándole espacio para que haga cualquier pregunta. El entrenador de rugby Stuart Lancaster, por ejemplo, siempre se asegura de dar las malas noticias en persona, en un entorno privado, con tiempo para que el jugador responda.
La mejor forma de dar las malas noticias es en persona, en un entorno privado, con tiempo para que el jugador responda.
Una técnica para asegurarse de que la conversación tiene sentido para ambas partes es ofrecer a la otra persona una posible salida. Roberto Martínez, por ejemplo, se asegura de que el jugador entiende por qué toma esa decisión, y le ofrece posibles soluciones. Esto no significa hacer promesas que no puedas cumplir, sino dar ejemplos claros de cómo el jugador se ha quedado corto, para que tenga cosas concretas en las que trabajar en el futuro.
La mejor manera de que el otro se sienta cómodo es ofrecerle una solución.
Estas conversaciones siempre son difíciles, pero son necesarias, tanto para el equipo como para el individuo. Al apartar a las personas que no cumplen las normas, el entrenador reafirma los valores fundamentales de la organización y se gana el respeto de los demás jugadores.
Además, a veces la gente necesita un revés para volver a comprometerse. Stuart Lancaster puso el ejemplo de un jugador que no se convirtió en una estrella hasta que Lancaster lo apartó de la selección inglesa cuando tenía 22 años. El descenso de categoría ayudó al jugador a darse cuenta de que había estado flojeando y, tras mejorar como jugador y como persona, empezó a estar a la altura de su potencial. A veces es necesario dar un paso atrás para seguir avanzando, y una conversación difícil pero sincera es la única forma de conseguirlo.
Conclusiones
El mensaje clave de estos resúmenes:
Mirar a algunos de los mejores entrenadores del mundo nos enseña lecciones de liderazgo que pueden aplicarse en muchos entornos diferentes. Establece objetivos claros a largo plazo, pero no te olvides de consultar a los miembros de tu equipo y a tus ayudantes en el día a día; establecer buenas relaciones te ayudará a identificar los ajustes necesarios.
Consejos para la acción
Consejos Accionables:
Educa a tu equipo.
Utiliza las tareas a corto plazo para lograr objetivos a largo plazo.
No puedes llegar a tu destino si no sabes adónde vas. Escribe lo que quieres conseguir a largo plazo, y luego empieza a pensar a corto plazo: ¿Qué puedes hacer en los próximos días o semanas para que eso sea posible? Con tu objetivo a largo plazo en mente, tendrás una idea más clara de lo que necesitas, y te sentirás motivado para seguir adelante.
Consigue tu objetivo a largo plazo.
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Qué leer a continuación: 2030, de Mauro F. Guillen
La formación de un líder ofrece varias perspectivas sobre el cambio de entrenadores acostumbrados a tomar decisiones en fracciones de segundo. Pero ¿y si te preocupan más los cambios de mayor envergadura, como los cambios globales que transformarán nuestra forma de vivir en los próximos años? Pues bien, ahí es donde entran los resúmenes a 2030 .
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