The Five Elements of Effective Thinking

Conviértete en un pensador audaz, inquisitivo y creativo. Después de leer este resumen, podrás Convertirte en un pensador audaz, inquisitivo […]

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Conviértete en un pensador audaz, inquisitivo y creativo.

Después de leer este resumen, podrás

Convertirte en un pensador audaz, inquisitivo y creativo.

  • Pierde el miedo al fracaso. Serás capaz de emprender retos sin miedo. De hecho, aceptarás el fracaso como una forma de aprender cosas nuevas que luego podrás aplicar en otros lugares.
  • Perderás el miedo al fracaso.
  • Conviértete en un pensador más inquisitivo y crítico. Despertarás tu curiosidad interior y aprenderás a hacer más preguntas, incluso aquellas cuya respuesta ya conoces, lo que profundizará tu comprensión del tema.
  • Serás capaz de encontrar soluciones innovadoras a los problemas.Aprenderás a mirar más allá de las soluciones obvias, generalmente aceptadas, y a encontrar enfoques completamente nuevos a los problemas.
  • Tierra: La verdadera maestría no consiste en hacer cosas difíciles, sino en dominar lo básico.

    ¿Cuál es la mejor manera de desarrollar una verdadera comprensión de algo? ¿Deberías aprender todo lo posible sobre un tema, por ejemplo?

    En realidad, no. La clave para desarrollar una verdadera comprensión de un tema es dominar lo básico. Los fundamentos constituyen la base de cualquier habilidad o talento, el núcleo de cualquier pericia, del mismo modo que el elemento Tierra representa el suelo sólido bajo nuestros pies.

    A menudo, una persona que quiere convertirse en un experto -como un estudiante que se prepara para un examen importante- intenta dominar tantas teorías o hechos complejos como pueda de una sola vez.

    Esto no es una buena idea.

    Sin embargo, ésta no es la mejor estrategia. En cambio, los verdaderos expertos se preocupan por perfeccionar de forma continua y constante los aspectos básicos.

    El virtuoso trompetista Tony Plog dio una vez una clase magistral para solistas consumados, en la que les pidió que tocaran su pieza más desafiante y virtuosa. Como era de esperar, todos tocaron increíblemente bien.

    En respuesta, en lugar de ofrecer consejos y sugerencias sobre cómo mejorar las interpretaciones, Plog pidió a los solistas que interpretaran un sencillo ejercicio para principiantes.

    Aunque tocaron bien el ejercicio, ninguno lo hizo de forma impresionante. Una vez que terminaron, el propio Plog interpretó el ejercicio, asombrando al grupo por lo virtuosa que había sido la interpretación de esta pieza «básica».

    ¿Qué ocurrió? Plog sabía que la maestría requiere una constante atención y comprensión de lo básico, ya que es lo básico lo que proporciona los cimientos sobre los que podemos mejorar.

    Así que, cuando te enfrentes a una tarea difícil, no la abordes de cabeza inmediatamente. Primero, considera los elementos básicos de la tarea, y a través de esto, podrás atacar cada elemento más sencillo con éxito.

    Considera cómo la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de EE.UU. (NASA) afrontó el reto de llevar un hombre a la luna en la década de 1960. La agencia no logró este objetivo lanzando inmediatamente a personas al espacio, sino que empezó por enviar primero un cohete sin tripulación a la luna.

    La NASA se enfrentó al reto de llevar a un hombre a la luna en los años sesenta.

    Sólo una vez que la NASA hubo dado este paso básico, persiguió y consiguió su objetivo de enviar un hombre a la Luna.

    Tierra: Para encontrar la verdadera esencia de un problema, fíjate sólo en lo que puedes ver e identifica lo que falta.

    «Sólo describiendo lo que hay, le llevó a ver lo invisible»

    Durante años, la gente observaba a los pájaros, murciélagos e insectos y concluía: «Todos estos animales baten las alas; ¡el aleteo debe ser el secreto del vuelo!»

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    Si has volado en avión, sabes que esta conclusión es claramente errónea. Pero cuando intentamos comprender un fenómeno, a menudo buscamos la respuesta que parece más obvia.

    Para llegar al fondo de un problema, necesitamos descubrir su esencia, que a menudo se oculta tras otros detalles irrelevantes. Una vez más, nos acordamos del elemento Tierra, ya que la esencia de un problema es su núcleo o fundamento.

    Pensemos en volar. Es comprensible que la mecánica del batir de las alas distrajera a los observadores de la verdadera razón por la que un cuerpo puede volar. Sólo cuando se estudiaron más a fondo los mecanismos del vuelo, se pudo comprender mejor lo que lo permitía: la curvatura particular de un ala.

    Por lo tanto, para encontrar la verdadera razón del vuelo, hay que tener en cuenta la curvatura del ala.

    Por tanto, para encontrar la esencia de una cuestión o un problema, tenemos que fijarnos sólo en lo que podemos ver. Esto significa ignorar activamente lo que podríamos esperar ver, o lo que nos han enseñado a ver.

    A menudo, nuestras expectativas nos impiden descubrir la esencia de una cuestión o problema, ya que no cuestionamos lo suficiente lo que otros nos han dicho que deberíamos observar.

    Durante siglos, la gente creyó en la teoría de Aristóteles de que los objetos más pesados caen más rápido que los más ligeros. No fue hasta mucho más tarde, durante el siglo XVII, cuando los curiosos ignoraron activamente la afirmación de Aristóteles y examinaron la situación con ojos nuevos, y descubrieron que Aristóteles estaba equivocado.

    También hay otra forma de encontrar la esencia del problema: centrarse en lo que falta.

    Hoy en día, cuando miramos fotografías antiguas, las describimos como «blanco y negro», ya que esos son los únicos colores presentes. Sin embargo, antes de la invención de la película en color, estas fotografías monocromas se denominaban simplemente fotografías.

    En aquella época, la gente no consideraba que tales fotos estuvieran limitadas en modo alguno. Pero si hubieran añadido el adjetivo «blanco y negro» a «fotografía» antes de que se inventara la película en color, la gente habría comprendido mejor la esencia de las fotografías que tenían delante.

    Fuego: hay que fracasar antes de poder progresar y triunfar de verdad.

    Todos tenemos días malos. Sin embargo, lo que distingue a los grandes pensadores de la media no es la ausencia de días malos, sino la forma en que un gran pensador reacciona ante ellos cuando se producen.

    Esto es crucial para el éxito.

    Esta es una lección crucial: cada vez que cometas un error, tómate tu tiempo para reflexionar sobre él.

    Los grandes pensadores no son los que se equivocan.

    Tus logros se construyen sobre las lecciones que has aprendido, y los errores son la base de tus lecciones más eficaces. Claro que no nos gusta cometer errores, como tampoco nos gusta que nos quemen. El elemento Fuego encarna esta verdad incómoda; debemos abrazar nuestros errores para aprender mejor.

    Así que, cuando cometas un error, comprende qué hiciste mal y luego pregúntate por qué estuvo mal. Con cada error que identifiques e investigues, tendrás una mejor visión de cómo abordar futuros problemas.

    Thomas Edison era alguien que entendía el elemento fuego, pues creía que la invención era «1% inspiración y 99% transpiración». Su enfoque consistía en experimentar, ver qué salía mal, aprender del error y volver a intentarlo.

    Después de inventar con éxito la bombilla, le preguntaron a Edison por sus intentos fallidos. ¿Su respuesta?

    «No he fracasado, sólo he encontrado 10.000 formas que no funcionan.»

    De hecho, una solución ineficaz para un problema podría ser la solución perfecta para otro. En 1970, por ejemplo, un científico que trabajaba para los Laboratorios 3M intentó crear un adhesivo fuerte. Lo que consiguió fue un fracaso: un adhesivo tan débil que podía despegarse de cualquier superficie sin dejar rastro. El proyecto fue abandonado.

    Tres años más tarde, otro científico de 3M buscaba crear un marcapáginas que no se deslizara fácilmente entre las páginas ni las dañara.

    ¿La solución? El mismo adhesivo débil «fallido». El invento del científico acabó convirtiéndose en uno de los productos más exitosos y ubicuos de 3M: la nota Post-it.

    Así que antes de considerar una idea inútil o un fracaso, tómate un momento para pensar si tu idea podría utilizarse de una forma que aún no has imaginado.

    Fuego: Adopta una actitud de estar dispuesto a fracasar intencionadamente.

    «Una persona que está dispuesta a fracasar es alguien que está dispuesto a salirse de la caja.»

    Muchas personas tienen un miedo mortal al fracaso. Creen que si fracasan, nunca tendrán éxito, una perspectiva que impide a muchas personas probar cosas nuevas.

    Para ser innovador, hay que estar dispuesto a fracasar.

    Para ser innovador, no puedes tener miedo a equivocarte. De hecho, como fracasar puede proporcionarte información tan útil, no deberías evitarlo, sino darle la bienvenida. El elemento Fuego nos recuerda esto; tenemos que hacer que lo incómodo sea cómodo para tener éxito de verdad.

    Aunque pensar así es poco convencional, hay varias formas de fomentarlo en ti mismo

    En primer lugar, comprométete con la idea de que fracasarás al menos nueve veces antes de conseguir algo.

    Independientemente de que estés produciendo un nuevo artilugio o una obra artística, no creas que tendrás éxito en tu primer intento. Pensando de este modo, te sentirás libre para seguir adelante y probar nuevas ideas sin miedo.

    Así, cuando lo intentes por primera vez, te sentirás más seguro.

    Así, cuando tu primer intento resulte inevitablemente un fracaso, podrás decir: «Bueno, eso sólo significa que estoy un 10% más cerca de tener éxito. Intentémoslo de nuevo»

    En segundo lugar, ataca tu problema de forma que excluyas la idea de que tu idea es, de alguna manera, «correcta»

    .

    Cuando escribas tus ideas sin preocuparte de si son correctas o incorrectas, tus pensamientos tenderán a desviarse más fácilmente, y además serán más claros. Deja la tarea de distinguir lo correcto de lo incorrecto, o lo bueno de lo malo, para más adelante.

    Por último, exagera tus ideas.

    Por último, exagera los problemas potenciales a propósito para «forzar» los errores, y luego corrige esos errores.

    Llevar tus ideas al extremo puede revelar defectos inherentes. Este es un enfoque que los fabricantes adoptan a menudo: realizan «pruebas de estrés» diseñadas para llevar un producto a su punto de ruptura. De este modo, obtienen información valiosa sobre los puntos fuertes y débiles del producto.

    Igualmente, algunas empresas contratan a piratas informáticos expertos para que intenten entrar en sus sistemas informáticos, de modo que puedan localizar incluso los agujeros de seguridad más difíciles de encontrar.

    Así que la próxima vez que te enfrentes a una tarea difícil, no te dejes paralizar por el miedo. ¡Fracasa! Y luego vuelve a intentarlo.

    Aire: Oblígate a hacer preguntas, incluso cuando puede que ya sepas la respuesta.

    Los niños hacen muchas preguntas. Sin embargo, como adultos, a menudo nos distraemos con nuestros propios problemas y, por lo tanto, nos molesta esta curiosidad desmedida, sobre todo el persistente «¿por qué?

    Esta respuesta es errónea. De hecho, cuestionarse constantemente es crucial para desarrollar la mentalidad más eficaz.

    Pero, ¿qué pasos hay que dar?

    ¿Pero qué pasos debes dar para alcanzar este estado de ánimo ideal? Piensa en el elemento Aire: hacer preguntas actúa como un soplo de aire fresco, despejando el camino hacia un conocimiento más profundo.

    Primero, colócate en el centro de la escena.

    En primer lugar, ponte en la posición de un profesor. Cuando hayas comprendido bien un tema concreto o la solución a un problema, piensa cómo se lo enseñarías a otra persona.

    Por ejemplo, podrías preparar una conferencia -quizá para un colega o un amigo- y, a medida que reúnes tus ideas, intentar que el tema quede lo más claro posible.

    En este proceso, es importante que te pongas en situación.

    En este proceso, puede que te plantees preguntas que antes no te habías planteado. Además, tener que explicar un tema en detalle a otra persona puede ayudarte a identificar lagunas en tus propios conocimientos.

    Una vez que hayas creado tu conferencia, evalúa tu trabajo inventándote un examen sobre tu tema. ¿Qué preguntas harías? Y, lo que es más importante, ¿serías capaz de responder a esas preguntas con precisión, basándote en el contenido de tu conferencia?

    En segundo lugar, adopta una actitud constantemente inquisitiva y crítica.

    Cuando sientas curiosidad por un tema, no te atasques intentando absorber todos los datos que puedas de una vez. En lugar de eso, pregunta pregunta. Pregúntate con regularidad «¿y si…?» y encuentra una respuesta que satisfaga tu curiosidad.

    Este enfoque funciona. Los autores del libro, cuando daban conferencias, elegían al azar a un estudiante de la sala para que fuera el «interrogador». El interrogador tenía que hacer al menos dos preguntas durante la conferencia.

    A lo largo de los años, los autores se dieron cuenta de que, por lo general, el interrogador comprendía y retenía mejor un tema -porque tenía que ser inquisitivo- que cualquier otro estudiante presente en la conferencia.

    Aire: Para encontrar las soluciones adecuadas, haz las preguntas adecuadas.

    Dos hombres caminan por el bosque cuando, de repente, un oso furioso empieza a perseguirles. Ambos rompen a correr. Mientras corren, uno le pregunta al otro si cree que pueden dejar atrás al oso y sobrevivir. El otro responde: «No necesito correr más que el oso. La cuestión es: ¿puedo correr más que tú?»

    Inventar buenas preguntas es una habilidad inestimable. Pero, ¿qué es exactamente una buena pregunta?

    Las preguntas deben ser efectivas; deben implicar a tu mente de forma que te lleven a nuevas perspectivas y soluciones.

    Una pregunta ineficaz es aquella que puede resultar obvia o vagamente formulada, que no conduce a la acción. Una pregunta como «¿Cómo puedo sacar mejores notas?» es demasiado general para generar una respuesta que realmente te lleve por el camino de las mejores notas.

    Al igual que el elemento Aire, una pregunta eficaz debe proporcionar claridad y enfoque. «¿Cómo puedo gestionar mejor mi tiempo?» o «¿Cómo puedo comprender esta asignatura con mayor profundidad?» son preguntas que llegan al meollo de la cuestión, donde no lo hace «¿Cómo puedo sacar mejores notas?»

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    Sin embargo, a veces, hacer las preguntas adecuadas significa cuestionar tus propias preguntas.

    Piensa en la última vez que te quedaste atrapado en un atasco. Probablemente estabas estresado, y tal vez se te ocurrieron media docena de formas de solucionar el «problema del tráfico» en tu ciudad: añadiendo más carriles, por ejemplo.

    La razón por la que tus soluciones no son eficaces es porque no son eficaces.

    ¿La razón por la que tus soluciones no son útiles? Estás haciendo la pregunta equivocada.

    En esta situación, la pregunta correcta empieza por aceptar el tráfico en el que estás atrapado. Así, cuestionando tu pregunta original, se puede formular una pregunta mejor. Por ejemplo: «Dada la probabilidad de que esté atascado aquí, ¿hay alguna forma de que pueda utilizar este tiempo de forma eficaz?»

    La última clase de pregunta, la pregunta correcta, comienza por aceptar el atasco.

    El último tipo de pregunta tiene un alcance más filosófico: «¿Cuál es mi razón para hacer esta tarea en primer lugar?». Una muy buena pregunta. Antes de empezar un proyecto, pregúntate por qué te interesa hacerlo, y determina qué es lo que esperas obtener de él.

    Agua: Las ideas no fluyen de un vacío, sino que se generan a partir de ideas anteriores.

    «Empiezo con una idea, luego se convierte en otra cosa». – Pablo Picasso

    En los dibujos animados, un personaje tiene una idea y una bombilla se enciende sobre su cabeza. Aunque se trata de una metáfora popular y visual, dista mucho de ser exacta.

    Eso se debe a que, en los dibujos animados, un personaje tiene una idea y se le enciende una bombilla.

    Esto se debe a que cada idea tiene su propia historia. Las «nuevas» ideas no surgen de la nada, sino que son simples variaciones de ideas existentes. Como el elemento agua, las ideas fluyen del pasado al presente.

    En el siglo XVII, por ejemplo, Isaac Newton y Gottfried von Leibniz formularon de forma independiente una rama de las matemáticas que cambiaría el mundo: el cálculo.

    En el siglo XIX, por ejemplo, Isaac Newton y Gottfried von Leibniz formularon de forma independiente una rama de las matemáticas que cambiaría el mundo: el cálculo.

    Sin embargo, un examen más detenido de la historia revela que todos los elementos necesarios para llegar al cálculo ya habían sido concebidos por otros matemáticos.

    Incluso el propio Newton admitió que era capaz de ver más lejos que otros sólo porque se había «subido a hombros de gigantes». En resumen, Newton y Leibniz sólo dieron un pequeño, aunque crucial, paso adelante basándose en las ideas del pasado.

    Y tras ellos, avanzaron aún más ideas. Mientras que la teoría publicada por Leibniz tenía sólo seis páginas, los escritos teóricos actuales sobre el cálculo pesan 1.300 páginas. En otras palabras, después de que los dos hombres propusieran su teoría, generaciones de matemáticos añadieron sus pequeñas aportaciones.

    ¿Qué nos enseña esto?

    Entonces, ¿qué nos enseña esto sobre el desarrollo de nuestras propias ideas?

    Cuando intentes desarrollar una idea, debes mirar al pasado y explorar la rica historia de las ideas. ¿Cómo desarrollaron sus ideas los pensadores del pasado? ¿Qué crees que pensaban en ese momento?

    Al hacerlo, descubrirás que las grandes ideas rara vez llegan como esa bombilla de los dibujos animados, sino que se dan a conocer tras un largo proceso de ensayo y error. Una vez aceptes esto, dejarás que tus pensamientos fluyan como el agua, y alcanzarás tus objetivos antes de lo que imaginas.

    Agua: Las nuevas ideas y soluciones deben verse como un principio, no como un final.

    El matemático Americano R. H. Bing dijo una vez que el momento de trabajar en un problema es después de haberlo resuelto. En otras palabras, la innovación nunca debe detenerse.

    Como vimos en el resumen anterior, cada nueva idea es fuente de otra nueva idea. Por lo tanto, no debes dejar de pensar sólo porque hayas llegado a una solución para un problema concreto.

    De hecho, los pensadores más eficaces son los que explotan continuamente nuevas ideas para inspirarse más.

    La invención de la bombilla fue sólo una solución para llevar la luz artificial a las habitaciones oscuras. Sin embargo, esta idea desencadenó docenas de otras: calefactores eléctricos, televisión, incluso ordenadores.

    Pensando en la bombilla no como un producto final, sino como un punto de partida para nuevas ideas, un pequeño goteo de inspiración se convirtió en un torrente de nuevas ideas y descubrimientos.

    El elemento la bombilla se convirtió en una fuente de luz.

    El elemento Agua puede servirte de inspiración para dejar fluir tus ideas. Nunca te permitas frenar este proceso creativo. En lugar de eso, mantén tu flujo de ideas viendo cada nueva solución sólo como un punto de paso hacia otros destinos en el río, que a su vez fluye infinitamente hacia delante.

    La cuestión no es si el agua es un elemento creativo o no.

    La cuestión no es si una idea conducirá a otras ideas, ya que todas las ideas lo hacen. La verdadera cuestión es cómo encontrar esas nuevas ideas. Así que sigue preguntándote: «¿Qué es lo siguiente?» y luego da ese primer paso para abordar tu próximo reto.

    Para poner en práctica los cuatro elementos del pensamiento en tu vida, debes estar dispuesto a cambiar.

    «En un barco con fugas, la energía empleada en cambiar de embarcación es más productiva que la energía dedicada a remendar las fugas.»

    ¿Cuál es la definición de locura? Alguien dijo una vez que es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes cada vez.

    ¿Qué es la locura?

    Así que, si no estás contento con cómo avanza tu vida, cámbiala. En el resumen anterior te hemos mostrado lo que puedes hacer para lograr un cambio positivo. Ahora es el momento de que lo hagas de verdad

    Lo primero que debes hacer es estar dispuesto a cambiar. La gente suele pensar que el cambio es demasiado difícil, o demasiado complicado. Piensan que es mejor seguir por el mismo camino, diciendo: «Seguro que si sigo así, las cosas mejorarán»

    Pero esto no es cierto.

    Pero esto no es cierto. La única forma de mejorar tu vida es cambiarla. Si eso te parece desalentador, no te preocupes. Ahora que estás armado con los elementos del pensamiento eficaz, tienes las herramientas para cambiar.

    Sin embargo, lo único que tienes que poner sobre la mesa es una voluntad de cambiar. Por supuesto, no es fácil salir al mundo y cometer errores a propósito, pero debes aceptar que es la única forma de generar mejores ideas.

    Por tanto, no es necesario que cambies.

    Por lo tanto, no te preocupes por los riesgos que conlleva, ¡hazlo!

    Sin embargo, no basta con hacer esto una sola vez. Para transformarte, debes estar preparado para cambiar y evolucionar constantemente. Siempre hay margen para mejorar.

    Este proceso es algo así como renovar una ciudad. Aunque normalmente la gente tiende a pensar en una ciudad ideal como algo completo y perfecto, si piensas de forma eficaz verás que una ciudad entera no se puede renovar de golpe, sino en pasos incrementales.

    Lo que hay que hacer es mejorarla.

    Arreglar una zona lleva su tiempo. Y una vez que esa zona esté lista, la siguiente también llevará su tiempo. Este proceso continuará hasta el momento en que creas que has terminado, momento en el que deberás empezar a trabajar de nuevo en la primera parte.

    Los cinco elementos pueden ayudarte a mejorar tu organización.

    Los cinco elementos pueden ayudarte en tu camino: la Tierra centrando tus ideas, el Fuego inspirando tu confianza, el Aire despejando tus pensamientos, el Agua ayudando a que tus ideas fluyan de una inspiración a otra, y el elemento final -el Cambio – conduciéndote al éxito.

    Conclusiones

    El mensaje clave de este libro:

    Las personas extraordinarias son simplemente personas extraordinarias que piensan diferentemente. Por utilizar los métodos probados de pensamiento eficaz, esa persona que piensa diferentemente podrías ser tú.

    Consejos Accionables:

    Falla en propósito y aprende de tus errores.

    La próxima vez que te enfrentes a un problema y no sepas qué hacer, en lugar de dejarte paralizar por el miedo, prueba un enfoque que sepas que va a fracasar y luego aprende de tu error.

    Localiza tus errores.

    Localiza tus debilidades para probar tu dominio.

    Para saber exactamente hasta qué punto dominas los aspectos básicos de un tema, coge una hoja en blanco y escribe todo lo que sepas sobre él. Después, compara lo que has escrito con otras fuentes más autorizadas. Al hacerlo, descubrirás los puntos débiles que tienes en tu comprensión de los fundamentos.

    Descubre los puntos débiles que tienes en tu comprensión de los fundamentos.

    Sugerencias para continuar Leyendo: Seis Pensando Sombreros por Edward de Bono

    Sugerencias

    Seis Pensamientos Sombreros te ofrece valiosas herramientas para las discusiones en grupo y la toma de decisiones individuales. El libro muestra formas de compartimentar diferentes formas de pensar para ayudarte a ti y a tu grupo a utilizar vuestros cerebros de forma más detallada, cohesionada y eficaz.

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