Nuestros consejos de gestión favoritos sobre el pensamiento estratégico
por HBR Editors

Cada día de la semana, en nuestro El consejo de gestión del día boletín, HBR ofrece consejos que le ayudarán a gestionar mejor su equipo y a usted mismo. Esta es una selección seleccionada de nuestros consejos de gestión favoritos sobre el pensamiento estratégico.
Demuestre que es un pensador estratégico
Cuando le dicen que tiene que ser más estratégico, es tentador ponerse a la defensiva. Pero es más productivo tomar los comentarios con calma y demostrar su habilidad de forma proactiva. He aquí cómo hacer que esta parte integral de su liderazgo sea más visible para los demás.
Haga que la estrategia parezca real. Utilice la narración y las imágenes para transformar las ideas abstractas en conceptos memorables y con los que pueda identificarse. Un modelo narrativo o visual convincente conecta las acciones individuales con objetivos más amplios, lo que ayuda a las partes interesadas a entender el contexto y el propósito de la estrategia.
Aproveche un marco reconocible. Las diferentes partes interesadas interpretan la estrategia a su manera. Utilice un marco compartido, como los OKR o los KPI, para crear una alineación y dejar claro cómo los esfuerzos de cada equipo contribuyen al panorama estratégico general de la organización.
Cree oportunidades de «hacer sentido». Ayude a las partes interesadas a conectar su estrategia con sus propios objetivos. Facilitar los debates que vinculen su trabajo con el panorama general, fomentando preguntas como: «¿Cómo apoya esta iniciativa nuestros objetivos a largo plazo?»
Incluya la reflexión en su rutina. Las exigencias de alta presión pueden hacer que la estrategia deje de lado. Para mantenerlo en primer plano, reflexione regularmente sobre cómo el trabajo actual le ayuda a adaptarse a los desafíos del futuro. Los pequeños y consistentes controles garantizan que la estrategia siga siendo parte de su liderazgo diario.
Este consejo está adaptado de « Cuando le dicen que no es lo suficientemente estratégico», de Luis Velásquez.
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Haga preguntas estratégicas más inteligentes
Dado que las organizaciones se enfrentan a una urgencia e imprevisibilidad cada vez mayores, poder hacer preguntas inteligentes se ha convertido en una habilidad clave de liderazgo, especialmente a la hora de establecer la estrategia. Estos son cinco tipos de preguntas que hacer que pueden impulsar la toma de decisiones estratégicas.
Investigativo: ¿Qué se sabe? Cuando se enfrentan a un problema u oportunidad, los mejores responsables de la toma de decisiones comienzan por aclarar su propósito, preguntándose qué es lo que quieren lograr y qué necesitan aprender para hacerlo.
Especulativo: ¿y si? Estas preguntas le ayudan a considerar la situación en cuestión de manera más amplia, a replantear el problema y a explorar soluciones innovadoras.
Productivo: ¿y ahora qué? Evaluar la disponibilidad del talento, las capacidades, el tiempo y otros recursos, en última instancia, le ayuda a determinar el curso de acción.
Interpretativo: Entonces, ¿qué? Este seguimiento natural puede llevarlo a redefinir continuamente el tema central, a ir más allá de la superficie y sacar a la luz las implicaciones de una observación o idea.
Subjetivo: ¿Qué no se ha dicho? Esta última pregunta trata sobre las reservas personales, las frustraciones, las tensiones y las agendas ocultas que pueden desviar la toma de decisiones.
_Este consejo está adaptado de « El arte de hacer preguntas más inteligentes», de Arnaud Chevallier y otros
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Desarrolle su músculo de pensamiento estratégico
¿Qué significa ser un pensador estratégico y cómo puede desarrollar su fuerza de pensamiento estratégico? Todo se reduce a tres competencias clave: perspicacia (cómo piensa), asignación (cómo planifica) y acción (qué hace). He aquí cómo desarrollar cada uno de ellos.
Perspicacia. Empiece por evaluar el contexto actual de su organización, tanto desde una perspectiva interna (cultura, propósito, procesos, etc.) como externa (tendencias del mercado, comportamiento de los clientes, panorama competitivo, etc.). Entonces, siéntase cómodo compartiendo sus valiosas ideas con su equipo y las principales partes interesadas. Por último, busque enfoques novedosos para los problemas y las oportunidades que identifique.
Asignación. Una mentalidad estratégica implica la capacidad de centrarse y reorientar constantemente sus recursos, el coraje para tomar concesiones y tomar decisiones difíciles y la voluntad de garantizar que el uso de los recursos siempre se alinea con sus objetivos y lo impulsa hacia adelante.
Acción. Preparar una estrategia es solo el primer paso; la forma en que la implemente determina su éxito. La implementación depende de la colaboración y la ejecución. Así que concéntrese en mejorar sus habilidades de comunicación para transmitir sus mensajes de forma eficaz (escuchar los comentarios cuando los reciba) y mantenga a su equipo en el buen camino midiendo su rendimiento a lo largo del camino.
Este consejo está adaptado de « Cómo convertirse en un mejor pensador estratégico__», de Rich Horwath.
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Simplifique su estrategia
Muchas organizaciones confunden los planes operativos con la estrategia. Crear una estrategia es un ejercicio orientado al exterior y de relativamente alto nivel que consiste en identificar cómo satisfacer las necesidades de las partes interesadas. Una vez hecho eso, puede averiguar los pasos específicos que debe tomar para llegar allí. He aquí cómo crear una estrategia que evite la fragmentación de los esfuerzos y la pérdida de oportunidades.
Separar la estrategia de la acción. La estrategia consiste en posicionar su empresa en el mercado, no se trata de una lista de tareas que debe ejecutar cada función. Si confunde la estrategia con la acción, usted y su equipo perderán de vista la dirección general. En lugar de eso, mantenga la estrategia centrada en el posicionamiento general y deje que sigan decisiones y resultados específicos.
Reformule su idioma. Las palabras que utiliza dan forma a su forma de pensar. Sustituya términos como «estrategia de marketing» por «estrategia de clientes» y «estrategia de recursos humanos» por «estrategia de empleados» para centrarse en sus partes interesadas. Los cambios sutiles como este ayudan a garantizar que su estrategia se mantenga alineada con las necesidades de las personas a las que presta servicio, no solo con las funciones y los procesos internos.
_Este consejo está adaptado de « Mantenga la estrategia simple», de Graham Kenny.
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¿Está pensando en cambiar su estrategia? No tan rápido.
Como director, es esencial mantener a su equipo ágil y adaptable. Pero puede ser difícil saber si cambiar las estrategias es la decisión correcta o un gran traspié. Estas son algunas preguntas clave que debe hacerse antes de hacer un cambio importante en la estrategia de su equipo.
¿La mala ejecución es el verdadero problema? Evalúe sus suposiciones y su desempeño. Un buen plan puede fracasar sin una implementación adecuada, así que asegúrese de que su equipo tiene las habilidades y el compromiso adecuados. A veces, mejorar la ejecución de la estrategia que ya tiene puede eliminar la necesidad de dar un giro.
¿Reacciona a las presiones externas? Las partes interesadas pueden estar impacientes y su ansiedad puede provocar cambios innecesarios y contraproducentes. Evalúe críticamente sus preocupaciones preguntándose: ¿Las cuestiones que plantean son válidas o equivocadas? Resista a hacer cambios para apaciguar a las partes interesadas si su estrategia está bien fundamentada y progresa bien. Y formule un argumento persuasivo que le ayude a entender por qué su inquietud es prematura.
¿Le distrae una nueva oportunidad? Siempre surgen nuevas ideas y tecnologías y pueden resultar tentadoras de perseguir. Pero cuando se presente una oportunidad convincente, piense detenidamente si realmente le ayudará a alcanzar sus objetivos de manera más eficiente. Puede que no valga la pena correr el riesgo de desviar la atención y los recursos todavía.
Este consejo está adaptado de «¿Es hora de cambiar su estrategia?» de Ron Ashkenas.
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Adopte un enfoque más estratégico del trabajo… todos los días
Ser estratégico es una habilidad de liderazgo esencial. Pero las estrategias son notoriamente difíciles de diseñar y ofrecer. ¿La clave para superar los obstáculos organizativos y personales que se interponen en el camino? Tome pequeñas decisiones sobre dónde centrarse y qué hacer a lo largo del día. Puede que parezcan intrascendentes, pero sus impactos se acumulan. Pruebe estas seis estrategias para incorporar el pensamiento estratégico en su trabajo diario.
Identifique las acciones clave. Asigne tiempo cada día a las actividades que contribuyan de manera significativa a su estrategia general. Priorice las tareas de mayor impacto y delegue o elimine las menos importantes.
Abordar los principales problemas. Afronte primero los mayores desafíos. Replantee los problemas como oportunidades de crecimiento y considere cómo resolverlos se alinea con sus objetivos estratégicos.
Explore las opciones. En cada interacción con sus compañeros, piense en las diferentes formas en las que podría avanzar hacia sus objetivos. Tenga en cuenta su puesto, lo que lo diferencia de los demás y el impacto deseado, y busque oportunidades de aprendizaje en el momento.
Domine las habilidades necesarias. Siga invirtiendo en su crecimiento y desarrollo. Aprenda de los esfuerzos del pasado, busque consejos de compañeros de trabajo de confianza y busque inspiración en compañeros de alto rendimiento.
Crear alineación. Esfuércese por alinear sus decisiones estratégicas con las necesidades de todas las partes interesadas, ¡incluido usted! Replantee las situaciones para encontrar formas innovadoras de beneficiarlo tanto a usted como a los objetivos de su organización.
Reunir recursos. Asegúrese de que tiene los recursos físicos, mentales y relacionales que necesita para hacer su mejor trabajo. Priorice la salud, las relaciones de apoyo y un entorno de trabajo productivo.
Este consejo está adaptado de « 6 formas de incorporar la estrategia a su trabajo diario», de David Lancefield.
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