Mantener la aptitud física, social y mental para obtener el máximo rendimiento
por Tim Tobin
Cualquier cosa a la que demos energía, le damos vida. Por ejemplo, si inyectamos energía negativa (aunque sea sin intención), el cerebro reacciona de una manera determinada, lo que refuerza un entorno menos constructivo. Otro ejemplo más positivo es que si nos centramos en reforzar positivamente el esfuerzo, el proceso y el aprendizaje, podemos crear una mentalidad de crecimiento.
Como líder responsable del desarrollo de los líderes, me parece intrigante la idea de aprovechar la energía para mejorar los resultados. La declaración implica un propósito y una intención, así como la capacidad de los líderes de cambiar la mentalidad y generar resultados más positivos. Ya sea que nuestro objetivo sea crear organizaciones adaptables y resilientes, miembros del equipo motivados y comprometidos o personas con mentalidad de crecimiento, cada uno requiere un esfuerzo deliberado, práctica dedicada y energía.
La perspectiva contraria es que, sin propósito, intención y energía, dejamos los resultados mucho más al azar. Con demasiada frecuencia, debemos operar en un entorno reactivo y multitarea, en el que estemos conectados prácticamente las 24 horas del día. Cuando nuestra energía se destina en tantas direcciones, puede que no generemos los mejores resultados para las personas u organizaciones. Si bien esa puede ser una triste realidad para algunos, con esfuerzo, energía y práctica, existe la posibilidad de alcanzar el máximo rendimiento.
El tema de este año Cumbre de neuroliderazgo es Organizaciones adaptativas con un enfoque en el papel del cerebro para crear este tipo de organizaciones. Si las organizaciones adaptables y resilientes son el estado final deseado, ¿cuáles son los procesos y prácticas que ayudan a lograrlo? ¿Y cómo podemos desarrollar la capacidad cognitiva para lograr un rendimiento óptimo?
La respuesta a ambas preguntas es que requiere que la energía se dirija en la dirección correcta. Y para aprovechar la energía de la manera más eficaz es necesario estar en forma. Tenemos que pensar en la forma física de nuevas maneras, que incluyan la aptitud mental, la aptitud social y la aptitud física. Juntos, se integraron para proporcionar la fuente del funcionamiento adaptativo.
Aptitud física se refiere a mantener el cuerpo en forma y a funcionar al máximo. Aunque se ve afectado principalmente por la nutrición y el movimiento, es no sobre la dieta y un régimen de ejercicio estricto. Se trata de comer los alimentos correctos, en las cantidades correctas y en los momentos adecuados para mantener la energía.
Aptitud social se refiere a la forma en que interactuamos con los demás en todas las situaciones. Somos seres intrínsecamente sociales. De hecho, el cerebro está programado para reforzar que las cosas sociales nos motivan de manera positiva. Según el psicólogo Felipe Zimbardo y sus colegas, la aptitud social se refiere a la capacidad de una persona para hablar y actuar según los valores de una persona ante la presión situacional. Otros autores notables también se han referido al concepto. Por ejemplo, en el Desafío de liderazgo, Kouzes y Posner se refieren a esto en una de sus cinco prácticas de liderazgo como «permitir que los demás actúen».
Hay una tensión inherente en el cerebro entre lo social y lo analítico. Sin esfuerzo ni energía destinados a entender algo que no es familiar o complejo, el cerebro puede sustituir la información al interpretarla y actuar en función de ella. El desafío es que no sabemos cuándo nuestras interpretaciones son correctas o incorrectas. Zimbardo y sus colegas dirigen el Proyecto Imaginación heroica(HIP) y ofrece información adicional sobre el tema de la mejora de la aptitud social. Algunas soluciones incluyen talleres y entrenamiento, mientras que otras, como felicitar al menos a una persona cada día y decirle lo que la hace única, se pueden incorporar a las rutinas diarias para desarrollar la habilidad básica. La aptitud social crea capacidades de colaboración y resolución de problemas más sólidas. La mentalidad de «nosotros» también contribuye a fortalecer la inteligencia colectiva, lo que se traduce en que el todo colectivo es mayor que la suma de sus partes. En última instancia, esto fomenta la integración y contribuye a la resiliencia.
Aptitud mental incluye las siete prácticas siguientes, algunas de las cuales abarcan los ámbitos físico y social: dormir bien por la noche (se recomiendan de 7 a 8 horas), actividad física, concentración, reflexión, tiempo de inactividad, tiempo de conexión y tiempo de juego. Este enfoque de la aptitud mental es similar al Instituto de Rendimiento Humano el programa de atletas corporativos, que se centra en las fuentes de energía físicas, emocionales, mentales y espirituales (o con un propósito) para aumentar la resiliencia e impulsar el máximo rendimiento.
Las soluciones tienen menos que ver con el tiempo y más con la práctica, el propósito y la calidad. Se trata de utilizar la mente y el cuerpo de formas posiblemente nuevas y, desde luego, más intencionadas. Para lograr un rendimiento óptimo, pueden y deben incorporarse a las rutinas diarias.
Al desarrollar nuestra aptitud física, social y mental, podemos crear vías neuronales que refuercen nuestras capacidades en cada una de estas áreas y nos ayuden a alcanzar el máximo rendimiento general.
¿Qué es lo que le queda de energía?
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