Leadership Is an Art

Aprende a convertirte en un líder ejemplar. Las estanterías están llenas de manuales de liderazgo. Sin embargo, El liderazgo es […]

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Aprende a convertirte en un líder ejemplar.

Las estanterías están llenas de manuales de liderazgo. Sin embargo, El liderazgo es un arte sobresale; he aquí por qué.

Este libro se niega a presentar el liderazgo como una búsqueda única de beneficios a corto plazo. No enmarca al líder de una empresa como alguien cuyo principal trabajo consiste en manipular agresivamente a los empleados para que trabajen tanto y tan duro como puedan.

Este libro se niega a presentar el liderazgo como una búsqueda única de beneficios a corto plazo.

Como muestra este resumen, el liderazgo debería dedicarse a establecer y fomentar relaciones justas y afectuosas, así como una colaboración significativa entre los empleados. Aprenderás cómo motivar a tus empleados para que actúen como si ellos fueran los dueños de la empresa -y no tú- y por qué deberías hacer de esto un objetivo.

En este resumen, también aprenderás

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    • lo que se necesita para ser un elegante líder;
    • lo que se necesita para ser un elegante líder
    • qué grandes beneficios obtienes cuando escuchas a tus empleados;y
    • por qué es un gran problema que la gente de tu empresa diga muchas palabrotas
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    Un buen líder guía a los empleados hacia la consecución de la misión compartida de la empresa.

    «Un amigo mío caracteriza a los líderes simplemente así: Los líderes no infligen dolor; soportan el dolor»

    En las películas, el «jefe malvado» es un personaje clásico. Es intimidante y grosero, ladra órdenes a sus subordinados desde detrás de un escritorio grande y pesado.

    El «jefe malvado» es un personaje clásico.

    El buen liderazgo, sin embargo, es justo lo contrario de esta caricatura. Ser un buen líder consiste en ser útil, en guiar a los empleados de un equipo con el objetivo último de que rindan más.

    Un líder proporciona a los empleados dirección, que tiene tres componentes: valores, una visióny metas.

    Un líder debe comunicar los valores de una empresa. ¿La empresa es familiar? ¿Está orientada al cliente? Lo que necesita saber un empleado son los principios básicos de la empresa, para no desviarse del trabajo ni de los objetivos.

    Lo que necesitas saber es que la empresa es un lugar de trabajo.

    Los directivos también deben tener claro hacia qué trabaja la empresa: la visión de la empresa.

    ¿Qué aspectos de la empresa deben cambiar para adaptarse a los tiempos? ¿Qué tradiciones deben conservarse? ¿Se dirige la empresa a un amplio abanico de clientes o atiende a un grupo específico?

    Por último, los líderes tienen que esbozar un plan para alcanzar la visión de la empresa. ¿Cuáles son los objetivos específicos al hacerlo? Los empleados necesitan saber cuál es su objetivo.

    El buen liderazgo no se detiene aquí. Un buen líder también se asegura de que los empleados se impliquen personalmente en la misión de la empresa, y busca activamente ideas sobre cómo mejorarla.

    Una estrategia eficaz para implicar a los empleados es ofrecerles acciones de la empresa. Dar a un empleado acciones de la empresa crea una situación en la que todos salen ganando; los empleados están más motivados para generar beneficios y, a su vez, la empresa prospera.

    Los líderes fuertes crean un clima de confianza en la empresa.

    Los líderes fuertes crean un clima en el que los empleados tienen libertad para desarrollar habilidades e ideas. La empresa de muebles Herman Miller alcanzó el éxito basándose en este concepto.

    Herman Miller lleva desde 1950 animando a sus empleados a compartir ideas para mejorar la productividad de la empresa. Además, los empleados ganan una parte de los beneficios que generan. De 1987 a 1988, las sugerencias de los empleados ayudaron a la empresa a ahorrar unos 12 millones de dólares.

    Esta estrategia también da sus frutos: Herman Miller aparece citada regularmente en la lista de «empresas más admiradas» de la revista Fortune.

    Las relaciones sanas entre líderes y empleados se basan en el respeto y la buena comunicación.

    El liderazgo consiste en desarrollar relaciones sanas y positivas con los empleados. ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo?

    El primer paso es recordar que los empleados son seres humanos con puntos fuertes y débiles, como todos los demás.

    Recordar la humanidad de tus empleados es una parte importante de tratarlos con respeto, una parte fundamental de cualquier relación sana. También te recuerda que debes mostrar a los empleados la misma amabilidad, independientemente de su posición en la jerarquía de la empresa.

    Todos los empleados tienen derecho a que se les trate bien, a sentirse incluidos y a tener una relación pactada, una relación en la que se aprecie al empleado por lo que es.

    Trata a tus empleados con respeto y respeto.

    Céntrate en las fortalezas y habilidades únicas que aporta cada empleado, y te resultará mucho más fácil dirigir a los trabajadores y conseguir que colaboren bien juntos. No caigas en la trampa de comparar a los empleados con algún ideal que crees que deberían alcanzar. Acéptalos tal y como son.

    Así reforzarás la confianza de tus empleados y se sentirán más cómodos compartiendo ideas para mejorar la empresa. Como resultado, los empleados serán más abiertos sobre sus habilidades y deficiencias, por lo que te resultará más fácil asignarles a equipos y encomendarles determinadas tareas.

    Otro componente clave de las relaciones sólidas con los empleados es la comunicación.

    Para mantener buenas líneas de comunicación, un líder debe escuchar atentamente lo que tienen que decir los empleados. Es más, asegúrate de que los empleados tienen toda la información que necesitan sobre los proyectos en los que están trabajando. Es mejor que los empleados tengan demasiada información que muy poca.

    Por último, asegúrate de expresar tus ideas y pensamientos con claridad, para que los empleados puedan seguirte en todo momento. Recuerda ser compasivo y utilizar palabras amables siempre que puedas.

    El cambio puede ser beneficioso en una empresa, pero los empleados deben participar en el proceso.

    «…no podemos convertirnos en lo que necesitamos ser permaneciendo en lo que somos.»

    El cambio puede incomodar a mucha gente, pero todos sabemos que es una parte inevitable de la vida. El mundo de los negocios está en constante cambio, y una empresa sólo puede mantenerse al día si se adapta a las circunstancias cambiantes.

    El cambio no es sólo una cuestión de tiempo.

    Sin embargo, el cambio no es sólo una cuestión de supervivencia, sino que fomenta la creatividad y puede hacer que el trabajo sea más divertido.

    Todo el mundo se ve obligado a trabajar de formas nuevas cuando una empresa experimenta un gran cambio. Este acontecimiento puede estimular la creatividad de los empleados, ofreciéndoles nuevas oportunidades. Si tu empresa amplía su gama de productos, por ejemplo, puede que sea tu oportunidad de trabajar en esa idea que llevas años meditando.

    En resumen, el cambio no es algo que tú o tus empleados debáis temer. De hecho, deberías plantearte cambiar las jerarquías y las funciones de tu empresa en general.

    En muchas empresas, algunas personas trabajan sólo en el desarrollo de ideas de productos, mientras que otras se encargan de implementarlas, es decir, de convertir esas ideas en algo que un cliente pueda comprar.

    Sin embargo, el cambio no es algo que debas temer, ni tú ni tus empleados.

    Sin embargo, es mejor cuando los empleados tienen libertad para cambiar de un papel a otro. Son más productivos si pueden trabajar en la tarea para la que estén más capacitados en ese momento. Si están en una fase creativa, por ejemplo, contribuirán más si se les deja tiempo para perfeccionar sus ideas.

    Sin embargo, un líder no puede ser el único responsable de la organización.

    Pero un líder no puede pasar sin más a convertirse en inventor, sobre todo si no está dispuesto a perder su posición en la jerarquía de la empresa. Un líder de este tipo tiene que aceptar que otra persona pueda ser la persona que ponga en práctica sus ideas.

    Cuando se trata de cambiar de funciones, es importante que los empleados se sientan valorados. Tienen que sentir que contribuyen a un proyecto gracias a sus habilidades específicas. Si tratas a los empleados como si fueran intercambiables, perderán el interés por el trabajo. De nuevo, una buena comunicación ayuda en este sentido.

    Así que asegúrate de que los empleados entienden que les valoras, independientemente de la función que desempeñen. Al fin y al cabo, ¡tu empresa no sería un éxito sin ellos!

    La intimidad y la inclusión son una parte importante del liderazgo, incluso en un sistema capitalista.

    «La intimidad está en el corazón de la competencia. Tiene que ver con la comprensión, con la creencia y con la práctica.»

    Los buenos líderes no sólo hacen más felices a los empleados. Tienen el potencial de reformar el mundo capitalista, impersonal y centrado en el beneficio, desde dentro hacia fuera.

    Los buenos líderes no sólo hacen felices a los empleados.

    Desde su concepción, los sistemas capitalistas han sido sistemas exclusivos. La mayoría de los empleados están excluidos del proceso de producción de una empresa; reciben órdenes de la cúpula. Muchos están mal pagados y no se benefician cuando aumentan los beneficios. Así, los trabajadores suelen sentirse frustrados e insatisfechos.

    Los buenos líderes saben que las personas prosperan mejor en entornos inclusivos, no excluyentes. La gente es más feliz, más sana y más creativa cuando se siente implicada y apreciada.

    Por eso los mejores líderes favorecen el capitalismo inclusivo, un sistema en el que todos desempeñan un papel en el desarrollo y el mantenimiento del propio sistema.

    El capitalismo inclusivo es un sistema en el que todos desempeñan un papel en el desarrollo y el mantenimiento del propio sistema.

    El capitalismo inclusivo se basa en la intimidad. Las relaciones no son sólo contratos. La intimidad en el lugar de trabajo significa que te preocupas por cada uno de tus empleados y por el trabajo que realiza cada persona.

    El capitalismo inclusivo se basa en la intimidad.

    Los sistemas capitalistas se han basado tradicionalmente en relaciones contractuales, lo que significa que todo el mundo se limita a seguir las normas establecidas en un contrato. Las relaciones contractuales se basan en los intereses materiales, no en el bienestar de la persona.

    Las relaciones contractuales se basan en los intereses materiales, no en el bienestar de la persona.

    Las relaciones pactadas, en cambio, son pactos íntimos basados en el cuidado. Un camarero tiene una relación de alianza con un cliente cuando desea de verdad que esa persona disfrute de su comida, independientemente de los beneficios del restaurante. Los compañeros de trabajo tienen una relación de alianza cuando disfrutan de verdad trabajando juntos en equipo.

    En esencia, una relación de alianza consiste en la cooperación y no en la coacción. Cuando incorporas este tipo de relaciones a tu empresa, todos ganan. Los empleados son más felices y están más motivados, y los clientes también están más satisfechos.

    Escuchar atentamente las preocupaciones de los empleados te avisa cuando las cosas empiezan a torcerse.

    «Tanto las personas como el proceso deben estar orientados a alcanzar el potencial humano»

    A veces sabes que las cosas van bien en el trabajo; pero otras veces, no puedes evitar la sensación de que quizá algo no va del todo bien en la oficina.

    Este es el momento de empezar a trabajar en equipo.

    Veamos algunas estrategias para confirmar tu intuición en estas situaciones.

    Si tu empresa entra en crisis, es posible que no te des cuenta.

    Si tu empresa entra en un periodo lento, deberían ser visibles muchas señales de advertencia. Ahorrarás tiempo y dinero si aprendes a reconocer estas señales.

    Es una señal de alarma.

    Es una mala señal si te encuentras gastando más energía intentando controlar a tus empleados, en lugar de darles más libertad. Controlar en exceso es contraproducente. Sólo conseguirás estresarte y disminuir la creatividad y la motivación de tus empleados.

    Por tanto, no pongas más empeño en controlar a tus empleados que en darles más libertad.

    Así que no pongas trabas; en lugar de eso, habla y escucha a tus empleados. Trabaja con ellos para averiguar cuáles son los verdaderos problemas y cómo se pueden resolver juntos.

    También puedes utilizar esta estrategia para abordar otras señales de alarma, como el exceso de palabrotas o la tensión en la oficina. Recuerda que los empleados tienen que participar en la resolución de problemas; no puedes limitarte a dar órdenes.

    Otro punto importante para mantener a tu equipo en el buen camino es supervisar el rendimiento de todos, ¡incluido el tuyo propio!

    El autor hace esto mediante la supervisión de los empleados.

    El autor lo hace enviando a los empleados listas de peticiones y temas por adelantado, antes de que los debatan en una reunión. Eso permite a los empleados preparar las preguntas y considerar los temas con antelación, de modo que la reunión se desarrolle con eficacia.

    Estos temas pueden incluir la productividad, los próximos proyectos o incluso los propios objetivos de un empleado para progresar en su carrera o en su formación.

    Es importante que los empleados se preparen con antelación.

    Es importante conocer los objetivos personales de tus empleados para poder asignar a cada persona un proyecto significativo. De este modo, contribuirás a que los objetivos personales del empleado estén en consonancia con los objetivos generales de la empresa.

    Los grandes líderes dirigen con elegancia, tomando decisiones con cuidado y reflexión.

    «Los líderes elegantes siempre buscan la totalidad»

    ¿Qué es exactamente un líder «elegante»? ¿Un director general ataviado con un traje a medida o zapatos nuevos?

    No, eso son cosas superficiales. La elegancia en el liderazgo va más allá.

    Los líderes elegantes saben cómo dirigir suavemente. No se precipitan ni son impulsivos a la hora de tomar decisiones importantes, como aceptar una nueva contratación o desarrollar un producto.

    Los líderes elegantes saben cómo liderar suavemente.

    En cambio, un líder elegante toma decisiones de forma cuidadosa y reflexiva. Observa y analiza la situación antes de actuar. Escucha atentamente a los empleados y desarrolla un plan claro que tenga en cuenta los intereses de los empleados.

    Una líder elegante ayuda incluso a la empresa en la transición cuando ella se jubila, eligiendo a un buen sucesor.

    La líder elegante tomará decisiones con cuidado y analizará la situación antes de actuar.

    La líder clasificará a los candidatos y elegirá a uno con grandes dotes de comunicación, una persona en la que la líder confíe que permanecerá dedicada al personal y a la visión de la empresa.

    Cuando prestas este tipo de atención a los detalles, rara vez cometes errores o te enfrentas al complicado proceso de reconducir una empresa. Cuidar los detalles es una parte importante para dirigir las cosas con eficacia y elegancia.

    Los grandes líderes también se abstienen de culpar a los empleados cuando las cosas van mal. Un líder así nunca olvida que los empleados son humanos; los respeta por lo que son y no los trata como engranajes de una máquina.

    Los grandes líderes tampoco abusan de su poder. Todos los empleados merecen que se les trate bien, independientemente del lugar que ocupen en la jerarquía. Al fin y al cabo, somos humanos, tanto los trabajadores como los líderes.

    El poder que tienes como líder conlleva mucha responsabilidad. Ser un buen líder consiste, en última instancia, en utilizar ese poder de forma amable, eficaz y útil. La elegancia en el liderazgo no consiste sólo en llevar a la empresa al éxito, sino también en liderar con benevolencia.

    Conclusiones

    El mensaje clave de este libro:

    Un gran liderazgo consiste en ser compasivo y humano. Desde luego, no consiste en ladrar órdenes a personas que tienen menos poder que tú. Así que respeta a tus empleados y escucha lo que tienen que decir. Implícales en el progreso de la empresa en la medida de lo posible y asígnales tareas que realmente encuentren significativas. Dirigir de forma humana es mejor para todos: para ti, para las personas con las que trabajas y para la empresa en su conjunto.

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