Si todos odiamos la jerga empresarial, ¿por qué la seguimos usando?
por André Spicer

Un alto ejecutivo presenta una actualización trimestral. La sala está repleta de personal deseoso de saber el desempeño de la firma y lo que se avecina en el horizonte. El ejecutivo empieza por subir al escenario y trabajar con una gruesa presentación de PowerPoint, cada diapositiva repleta de las últimas palabras de moda empresarial. A medida que pasan los minutos, veo al público recostarse en sus sillas. Uno por uno, sacan sus teléfonos. Para cuando el ejecutivo me invite a hacer preguntas, ya he anotado más de 60 ejemplos diferentes de jerga vana de la dirección. Mientras la multitud sale en archivos, oigo a una persona desanimada decirle a su amigo: «Eso fue una tontería».
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