Aprende a sacar el máximo partido a tu educación con sólo diez ideas.
Para algunas personas, la universidad es la mejor época de su vida: un tiempo de exploración, investigación académica gratificante y fiesta sin adulterar. Para otros, sin embargo, la vida universitaria está salpicada de periodos de estrés extremo y ansiedad por preocuparse constantemente por su nota media.
Esto, por supuesto, no es un problema.
Esto, por supuesto, tiene mucho sentido. Piensa en la presión a la que están sometidos. Las notas que saquen en los exámenes y trabajos pueden determinar todo su futuro, para bien o para mal.
Por suerte, no todo tiene que ser pesimismo si te cuesta estudiar. Tanto si se trata de escribir un trabajo de investigación como de empollar para tus exámenes, este resumen te dará todas las herramientas que necesitas para estudiar con eficacia.
Estas técnicas no las inventa cualquiera. Vienen directamente de la boca del caballo, es decir, de auténticos estudiantes sobresalientes que se especializaron en diversas disciplinas académicas en todo Estados Unidos.
Todo se reduce al hecho de que estudiar más tiempo no es necesariamente estudiar mejor. Estudiar mejor significa tomar el tipo adecuado de apuntes, luchar contra la procrastinación, desarrollar habilidades de gestión del tiempo y otros trucos que te ayudarán a estudiar de forma rápida y eficaz, y a liberar tus fines de semana para hacer las cosas que realmente quieres hacer.
Estudiar durante más tiempo no es necesariamente estudiar mejor.
En estos diez resúmenes, aprenderás
- por qué a veces menos es más cuando se trata de estudiar
- por qué necesitas invertir en un seguro contra catástrofes académicas;y
- por qué encontrar una cafetería tranquila puede mejorar tus notas
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Para estudiar con más eficacia, gestiona tu tiempo y trabaja en rachas cortas e intensivas.
¿Cómo gestionas el entrenamiento de baloncesto, tu redacción de inglés, tu vida social y el resto de tus deberes? Muchos estudiantes creen que no hay suficientes horas al día para hacerlo todo. Pero eso no es cierto.
La mayoría de la gente pierde el tiempo trabajando a baja intensidad, es decir, seudotrabajando. Este tipo de “trabajo” se produce cuando estudias en un entorno que te distrae, como delante del televisor, o trabajando durante un periodo de tiempo largo y continuado en el que tu concentración decae.
La mayoría de la gente pierde el tiempo trabajando a baja intensidad, es decir, pseudotrabajando.
Por ejemplo, aunque te parezca que trabajar toda la noche ha sido un “trabajo duro”, la pérdida de concentración debida a la falta de sueño significa que en realidad sólo has estado pseudo-trabajando.
Una forma mejor de concentrar tu tiempo es trabajar en ráfagas cortas con una intensidad alta. De hecho, muchos estudiantes de sobresaliente dedican unos pocos intervalos intensos a estudiar, mientras que sus homólogos con menos éxito estudian mucho más tiempo a menor intensidad.
De hecho, los estudios demuestran que el periodo óptimo de aprendizaje es de unos 50 minutos, por lo que no deberías trabajar más de una hora antes de tomarte un descanso.
Piensa en lo siguiente:
Trabaja durante más de una hora.
Piénsalo de este modo: el trabajo que realizas es igual al tiempo de trabajo multiplicado por la intensidad de tu concentración. En otras palabras, si dedicas tres horas distintas a estudiar con una intensidad de “10”, obtendrás el mismo resultado que si estudias diez horas seguidas con una intensidad de “3”.
Al reducir el tiempo y aumentar la intensidad, dispondrías de siete horas para hacer lo que quisieras: quedar con amigos, salir de fiesta, dormir, relajarte, ¡lo que se te ocurra!
Pero para que el estudio sea más intenso, tienes que hacer lo que quieras.
Pero para empezar a trabajar a rachas, tendrás que gestionar cuidadosamente tu tiempo.
Mantén un calendario detallado con todos tus plazos y próximas tareas. Lleva siempre encima una lista con tu agenda del día y anota los nuevos plazos o tareas que surjan durante la jornada. Dedica cinco minutos cada mañana a anotar esos nuevos plazos en tu calendario.
Y recuerda: mantener un calendario detallado es muy importante.
Y recuerda: llevar un calendario sólo te ayudará a gestionar tu tiempo si realmente lo utilizas.
El impulso de procrastinar es inevitable – ¡aprende a combatirlo!
La procrastinación es algo que la mayoría de los estudiantes universitarios conocen íntimamente: ese troll escurridizo que te hace trabajar toda la noche para terminar ese trabajo final a tiempo, sólo unos días después de que te dijera que tenías todo el tiempo en el mundo.
Entonces, ¿cómo es que algunas personas son capaces de evitar esta tendencia a dejar pasar las cosas hasta el último segundo?
Bueno, incluso los estudiantes de sobresaliente luchan continuamente contra el impulso de procrastinar. La diferencia, sin embargo, es que ellos están equipados con estrategias para luchar activamente contra el impulso.
Una forma es llevar un diario de progreso del trabajo, que puede ayudarte a no caer en tus excusas poco convincentes. Así es como funciona:
Cada mañana, cuando te levantes, anota las tareas más importantes del día: clases importantes, exámenes e incluso tareas domésticas, como hacer la compra o llamar al electricista.
Después, cada noche, anota las tareas que has completado y da una explicación de las que hayas dejado sin completar.
Por ejemplo, si has completado una tarea, anótala.
Por ejemplo, si llegas tarde a casa después de no haber estudiado para el examen (otra vez), tu excusa podría ser: “Se está haciendo tarde y mi concentración será mucho mejor mañana temprano”
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Y sin embargo, en lugar de dormir toda la noche, el trol de la procrastinación te dice que veas la tele para “despejarte” de cara a la dura jornada de estudio de mañana. Cinco horas más tarde, son las 3 de la madrugada y por fin te quedas dormido.
Al día siguiente te levantas después del despertador, aturdido por la falta de sueño. Sin ganas de estudiar, tu nueva excusa puede ser: “No puedo concentrarme porque anoche no dormí lo suficiente. Será mejor que espere a mañana, después de haber dormido bien”.
Grabando tus excusas cada día, te resultará mucho más difícil creerte las mismas una y otra vez. No sólo eso, ¡sino que las ganas de procrastinar también disminuirán!
El éxito en el estudio empieza por encontrar el momento, el lugar y los niveles de energía adecuados.
Tu examen está cada vez más cerca, así que en lugar de salir a tomar una copa o dos (o tres) con tus amigos, el viernes por la noche lo pasarás en la biblioteca intentando leer unas cuantas páginas más.
Si esto te suena familiar, no te preocupes.
Si esto te resulta familiar, es que lo estás haciendo mal.
En primer lugar, deberías estudiar temprano para no tener que estudiar hasta tarde. Por la noche tu cuerpo empieza a reducir su actividad, a ir más despacio y a prepararse para dormir. Esto, por supuesto, significa que tienes menos energía para dedicar al estudio concentrado.
Tampoco debemos olvidar que tus compañeros más eficientes, que han estudiado antes, intentarán apartarte de tu trabajo con invitaciones a fiestas y otras reuniones sociales.
Pero puedes evitarlo.
Pero puedes evitar todo esto simplemente estudiando antes.
En segundo lugar, estudia aislado. Busca lugares en los que puedas evitar distracciones como amigos que te pidan que te tomes un café o un cómodo sofá que te ruegue que te tumbes y cierres los ojos sólo un minuto.
Estudiar aislado es una forma de evitar las distracciones.
Estudiar aislado puede significar cualquier cosa, desde ir a una pequeña cafetería a una biblioteca pública o a un rincón tranquilo del campus: simplemente ve a un lugar donde las distracciones sean mínimas.
Estudiar aislado puede significar cualquier cosa, desde ir a una pequeña cafetería a una biblioteca pública o a un rincón tranquilo del campus.
Rota entre estos lugares para mantener tu mente estimulada. Algo tan sencillo como cambiar de silla o de iluminación puede motivarte y evitar que te aburras cada día con las mismas cuatro paredes.
Además, disponer de muchos lugares de estudio te proporcionará multitud de sitios cercanos para llenar un breve descanso con un estudio intensivo, estés donde estés.
Y, por último, mantén siempre tu mente estimulada por algo tan sencillo como una silla diferente o una iluminación distinta.
Y por último, mantén siempre altos tus niveles de energía. Como tus recursos físicos y mentales son limitados, es necesario utilizarlos sabiamente. Asegúrate de hacer una pausa al menos una vez cada hora para recargar las pilas para la siguiente ronda de estudio.
Bebe agua.
Bebe agua constantemente. No te saltes comidas y no bebas demasiado café. De lo contrario, tu cuerpo puede agotarse innecesariamente por deshidratación o falta de energía.
Ahora que hemos establecido algunos de los principios básicos, el siguiente resumen te dará consejos concretos sobre cómo sacar mejores notas estudiando menos.
Saca el máximo partido a tus clases tomando apuntes de forma inteligente.
Aquí tienes un consejo de estudio obvio que te ahorrará muchos problemas: ¡ve siempre a clase!
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Siempre ve a clase.
No importa lo cansado, resacoso u ocupado que estés: ir a clase es la forma más eficaz de conquistar el material.
Si por cualquier motivo te pierdes una clase, tendrás que dedicar los días siguientes a estudiar más para volver a ponerte al día, así que es importante que no te pierdas ninguna si es posible.
Por supuesto, no basta con ir a clase para obtener sobresalientes. También tienes que encontrar la forma de registrar lo que has aprendido tomando apuntes precisos.
El tipo de apuntes que tomes dependerá del tipo de clase a la que asistas.
Para un curso no técnico, como política, historia o filosofía, tienes que anotar las grandes ideas.
Para un curso no técnico, como política, historia o filosofía, tienes que anotar las grandes ideas.
Intenta extraer los principales conceptos, argumentos o teorías de cada clase. Una vez los tengas, puedes anotarlos utilizando la estructura pregunta/prueba/conclusión. Todas tus notas deben centrarse en responder a una gran pregunta, por ejemplo: “¿Por qué se derrumbó el Imperio Romano?”. A continuación, tu respuesta debe ir seguida de una conclusión que resuma rápidamente las pruebas.
Cursos técnicos, por otro lado, como economía, ingeniería o matemáticas, requieren un enfoque diferente.
Para que te sientas más cómodo, tienes que centrarte en la respuesta a una gran pregunta, por ejemplo, “¿Por qué se derrumbó el Imperio Romano?
Por suerte, tomar apuntes en estas clases es más fácil, ya que no hay verdaderas “grandes ideas”. Más bien, estas clases están llenas de ejemplos de problemas, ecuaciones y fórmulas. Lo ideal es que tomes apuntes que recojan el problema, la solución y los pasos que te han llevado hasta ahí.
Sin embargo, es probable que tu profesor repase estos ejemplos de problemas a gran velocidad durante la clase, por lo que es posible que de vez en cuando pierdas la pista de los pasos.
En ese caso, es mejor que tomes apuntes.
Cuando esto ocurra, asegúrate de preguntar preguntas o de escribirte una nota para buscarla más tarde. Los apuntes a medias no sirven de nada cuando se trata de empollar.
Estudia sólo lo que realmente necesitas estudiar.
“Lo que necesitas saber es lo que tu profesor quiere que sepas”
Si quieres escalar un muro, no llegarás muy lejos chocando contra él de cabeza una y otra vez. Los hábitos de estudio eficaces son muy parecidos: no dependen de la fuerza bruta, sino de la técnica adecuada.
Para estudiar con eficacia, empieza por definir exactamente lo que necesitas aprender.
Para estudiar con eficacia, empieza por definir exactamente lo que necesitas aprender.
Al estudiar, es tentador intentar aprender todo lo que puedas en el tiempo de que dispongas. Sin embargo, éste no es el método más eficaz.
¡Recuerda que no necesitas aprenderlo todo! Sólo tienes que aprender lo que sea relevante para aprobar tus exámenes y trabajos.
Además de definir los temas relevantes para tu sesión de estudio, también tienes que considerar qué detalles merece la pena recordar. Pregúntate: ¿En qué se centrará el examen? ¿Lo que necesito saber son fechas y nombres exactos para este examen? ¿Tendré que explicar teorías complejas?
Una vez que te hayas centrado en el tema adecuado, examínate hasta que lo tengas claro.
Una forma de hacerlo es concentrarte intensamente en un tema concreto y luego intentar explicarlo con tus propias palabras. Otra opción es escribirte a ti mismo un pequeño test basado en tus apuntes y luego responder a las preguntas, en voz alta o por escrito.
Y, una vez que seas capaz de responder a todas las preguntas correctamente, voilá: estás listo para el examen.
No obstante, existe un escenario de pesadilla: cuando te presentas al examen y descubres que la pregunta principal versa sobre un tema del que no sabes gran cosa.
Esto puede ocurrir porque te has presentado a un examen y te has encontrado con que la pregunta principal versa sobre un tema del que no sabes gran cosa.
Esto puede ocurrir porque te has saltado la clase o te has echado la siesta, pero lo más probable es que se deba a que no has entendido bien el tema.
Por tanto, debes evitarte tener que hacer un examen.
Así que deberías ahorrarte ese dolor de cabeza invirtiendo en un seguro académico contra desastres, es decir, asegurándote de que no hay ninguna asignatura de la que no estés seguro.
Sólo hace falta un poco de diligencia: pregunta a tu profesor o a tus compañeros cuando no entiendas algo para obtener toda la información necesaria.
Utiliza las tres P para puntuar alto en tus exámenes: planificar, proceder y corregir.
Estás en el aula, en tu pupitre, con tu temido examen de estadística delante. Estás nervioso, tienes la boca seca y te tiemblan las manos. El fracaso parece inevitable.
Sin embargo, ¡no tienes por qué preocuparte! Si has estudiado bien, sólo tienes que utilizar la siguiente técnica en tres partes y seguro que triunfarás:
Cuando recibas tu examen, planifica lo que vas a hacer antes de empezar el texto propiamente dicho.
Empieza por repasar todo el examen. Repasar rápidamente las preguntas preparará tu cerebro para pensar en los temas del examen y te dará una idea de la extensión y dificultad del mismo.
Preparación.
A continuación, crea un horario aproximado para las preguntas. Dejando diez minutos como margen de seguridad, distribuye el tiempo restante equitativamente entre las preguntas. Esto te ayudará a mantener la concentración y evitará que te dejes absorber por una pregunta especialmente difícil.
Una vez que hayas hecho tus planes, procede a responder a las preguntas de acuerdo con ese plan.
Siempre debes empezar respondiendo primero a las preguntas más fáciles. A continuación, avanza por el examen respondiendo a las preguntas a medida que aumentan en dificultad.
Hacerlo al revés, es decir, responder primero a las preguntas más difíciles, te somete a una gran presión. Es mucho más fácil responder a las preguntas difíciles una vez que ya has creado una base sólida de preguntas contestadas.
Por último, completa tu examen con una lectura de prueba exhaustiva. Utiliza tu margen de seguridad de diez minutos para comprobar todas tus respuestas. Si te sobra tiempo de tus preguntas, utilízalo también para corregir. Es casi seguro que encontrarás al menos un error en un problema o que identificarás un concepto importante que has olvidado incluir.
Aunque muchos pasan por alto la corrección de pruebas, es increíblemente importante: permanecer hasta el último minuto del período de exámenes para comprobar y corregir tus errores es lo que marca la diferencia entre el estudiante medio y el estudiante sobresaliente.
Ahora que dispones de las herramientas necesarias para estudiar con eficacia, estas Conclusiones finales te ayudarán a saber cómo escribir redacciones y trabajos de investigación cautivadores y de sobresaliente.
Encontrar un tema de tesis que te entusiasme es un paso decisivo en el camino hacia un trabajo excelente.
A lo largo de tu educación, seguro que escribirás muchos trabajos sobre una gran variedad de temas. Independientemente de su extensión, cada trabajo es una tarea enorme. Así que, ¿cuál es el mejor lugar para empezar?
Una trampa común en la que cae la mayoría de la gente es la creencia de que deben dedicar la mayor parte de su tiempo a escribir los trabajos.
Sin embargo, la calidad de tu trabajo y la oportunidad de disfrutar escribiendo empieza mucho antes…
Para escribir un trabajo excelente, tienes que encontrar un tema que realmente te interese. Tu tema no es tu tesis, sino una observación general o un asunto como: “La economía de la Alemania Occidental superó con creces a la de la Alemania Oriental”.
Para asegurarte de que esto ocurra, empieza pronto y busca constantemente un tema o concepto que te resulte fascinante.
Además: ¡No esperes a la tarea en sí! Mantén los ojos bien abiertos en todo momento -durante la clase y mientras lees los libros de texto e investigas- en busca de aquello que realmente te entusiasma.
Si por alguna razón no te sientes a gusto con el tema, no te preocupes.
Si por cualquier motivo no das con un tema interesante, pide consejo a los profesores. Ellos te ayudarán a centrarte y a encontrar un tema interesante.
Una vez que tengas tu tema, es hora de profundizar para desarrollar una tesis específica.
Empieza por hojear las fuentes que ofrezcan una visión general de tu tema (por ejemplo, la economía de Alemania Oriental y la política europea del siglo XX) y luego echa un vistazo a sus bibliografías para señalar los siguientes pasos prometedores de tu investigación.
A medida que empieces a investigar sobre el tema, es hora de profundizar para desarrollar una tesis específica.
A medida que empieces a escudriñar fuentes más especializadas, es probable que descubras una cuestión o argumento concreto que quieras examinar más de cerca, algo así como “Las limitaciones económicas del comunismo ahogaron la economía de Alemania Oriental”. Esta será tu tesis.
Habiendo encontrado un tema interesante y una tesis fascinante, descubrirás que tanto la investigación como la redacción de tu trabajo son mucho más fáciles y divertidas.
La búsqueda de material para tu trabajo se centra en una investigación exhaustiva pero estrictamente limitada.
Cuando investigas, ¿te encuentras atrapado en un laberinto de libros? Muchas personas acaban perdidas porque han cometido el error de leer demasiadas fuentes. En consecuencia, tienen demasiado que recordar, demasiado que abarcar y, por lo tanto, pierden el tiempo.
Sin embargo, hay una forma mejor: aprender a investigar eficazmente.
Cuando recojas fuentes, reúne sólo la información necesaria y nada más.
Escribir un artículo convincente no consiste en sobrecargar de información al lector. Se trata de tomar la información necesaria y reempaquetarla de forma bien organizada. No quieres perderte en el síndrome de la investigación recursión síndrome, o en la búsqueda interminable de una fuente más.
Para investigar de forma eficaz, empieza por esbozar los argumentos importantes que necesitas investigar, dividiendo tu tema o tesis en trozos generales.
Para investigar de forma eficaz, empieza por esbozar los argumentos importantes que necesitas investigar, dividiendo tu tema o tesis en trozos generales.
- Ideología del Tea Party
- Política estadounidense en Oriente Medio
- Política estadounidense en Oriente Medio
- Políticos del Tea Party
- Políticos del “Tea Party”
- Políticos del “Tea Party
A continuación, puedes investigar estos temas en artículos de revistas, bibliografías o incluso en Google. Cuando encuentres material relevante, asegúrate de imprimir o fotocopiar todas las páginas pertinentes. Disponer de copias físicas te permitirá acceder fácilmente a tu material en todo momento y te ayudará a evitar la sensación de que necesitas más fuentes.
Lo más importante de todo es la calidad.
Lo más importante, sin embargo, es que sepas dónde está tu límite, es decir, saber cuándo tienes toda la información que necesitas para tu tesis. Cualquier trabajo adicional es inútil.
Para determinar si has llegado a una cantidad adecuada de material, debes comprobar dos cosas:
- En primer lugar, que todos los temas centrales de tu tesis tienen al menos dos buenas fuentes.
- En segundo lugar, que todos los temas centrales de tu tesis tienen al menos dos buenas fuentes.
- En segundo lugar, que tengas al menos una buena fuente para cualquier tema que sea útil para tu tesis, pero que no sea necesario.
- En tercer lugar, que tengas al menos una buena fuente para cualquier tema que sea útil para tu tesis, pero que no sea necesario.
Si tienes esas dos cosas, es hora de dejar de investigar. No importa cuánto más creas que necesitas: ¡detente!
Busca activamente la inspiración para contar una historia intrigante.
A estas alturas ya has sentado las bases de tu trabajo, tienes tanto una tesis intrigante como material de investigación organizado. Ahora es el momento de dar forma a una historia poderosa.
Para que tu tesis valga el papel en el que está impresa, tendrás que conectar tus teorías en argumentos de forma novedosa e interesante. Por desgracia, no existe un sistema único para conseguirlo. Cada trabajo es diferente y requiere un enfoque único.
Sin embargo, algo que necesitarás siempre es creatividad.
Y para desarrollar argumentos creativos y convincentes, tendrás que inspirarte. Puedes encontrar lo que te inspira leyendo artículos interesantes, viendo documentales o simplemente debatiendo tus ideas con tu profesor o con un amigo.
Para ello, tendrás que ser creativo y convincente.
En el proceso de ver cómo otros formulan sus argumentos y escuchar lo que otros tienen que decir sobre tu tema, desarrollarás la inspiración necesaria para la creatividad.
Una vez que te encuentres en ese espacio creativo, es el momento de volver a tus fuentes y ver si te surge alguna conexión nueva y emocionante.
Por último, toma tus propias ideas.
Por último, tómate un descanso y piensa en tus argumentos mientras haces otra cosa para distraer tu mente consciente. Dormir una siesta, fregar los platos o realizar otras actividades sin sentido permitirán a tu mente subconsciente ensamblar las piezas basándose en lo que has investigado.
Ahora toca descansar y pensar en tus argumentos.
Ahora es el momento de llevar tus pensamientos al papel creando una estructura sólida a partir de tus argumentos.
Crea una estructura básica a partir de tus argumentos, completa con detalles y citas que los respalden antes de empezar a escribir. Disponer de los detalles en un orden lógico te ayudará enormemente a escribir de forma creativa.
Intenta encontrar el equilibrio adecuado de información: no querrás que tu esquema sea demasiado escaso. Al mismo tiempo, una estructura abultada con múltiples subapartados numerados con números romanos también limitará el proceso de escritura.
Rellena tu estructura, revisa tu redacción y entrega tu trabajo de sobresaliente.
Así que ya has terminado de investigar y tienes tu estructura; ahora es el momento de poner el bolígrafo sobre el papel.
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Pero antes de ponerte a escribir, no te olvides de la estructura.
Pero, antes de que empieces a creerte el próximo Dostoievski o Shakespeare, recuerda: tu redacción no es el lugar para expresar tus aspiraciones literarias.
La redacción en sí sólo consiste en plasmar en el papel tu estructura y tus ideas bien desarrolladas.
Tampoco es el momento de pensar más allá de lo que dice tu estructura: limítate a seguir el plan.
Mientras escribes, no te distraigas con la edición o la investigación adicional. Centrarte sólo en la redacción te ayudará a evitar distracciones y a no quemarte o hacer trabajo irrelevante para tu ensayo.
También es importante que escribas en uno de esos escondites aislados de antes: tal vez la biblioteca o esa pequeña cafetería. Escribir es una tarea compleja que requiere una concentración total, por lo que querrás evitar todas las distracciones posibles.
Por último, tendrás que revisar tu trabajo. Una revisión a fondo requiere tres pasadas:
Durante la primera pasada, céntrate en la presentación de tus argumentos. Aclara las frases demasiado intrincadas, elimina la información repetida, mejora los razonamientos débiles y conecta los cabos sueltos. Estate atento a los fallos estructurales importantes y vuelve a montarlo donde sea necesario, pero ignora los pequeños errores gramaticales.
Imprime tu texto y léelo en voz alta en tu segunda pasada, marcando con un lápiz todos los pequeños errores y construcciones torpes. Cuando hayas terminado, edita el documento en tu ordenador.
Por último, imprime tu documento editado y léelo una última vez. Si en las dos pasadas anteriores se te ha escapado algún pequeño error, ahora lo habrás detectado.
Por último, imprime el documento corregido y léelo una última vez.
Más importante aún, disfruta de la coherencia de tu trabajo pulido. Disfruta de la maravillosa y gratificante sensación de entregar finalmente tu trabajo, sabiendo que has presentado un gran escrito.
Conclusiones
El mensaje clave de este libro:
El éxito de estudiar no tiene que ver con cuánto tiempo inviertes en. lo sino en la intensidad y eficiencia con que lo haces. Aplicando estas técnicas de gestión del tiempo, redacción de exámenes y redacción de trabajos, tú puedes obtener mejores calificaciones mientras estudias menos. y tener más tiempo para gastar en cosas que disfrutas.
Consejos Accionables:
Mantén un trabajo progreso diario para aplastar la procrastinación.
La procrastinación no ocurre sólo una vez. Ocurre muchas veces, a lo largo de semanas, meses o incluso años. Lleva un diario de todo el trabajo que realizas y de todas las veces que pospones las cosas, junto con tus razones para procrastinar. Pronto verás lo endebles que son esas razones, y te verás obligado a reevaluarlas.
Estudiar en pequeñas ráfagas ahorra mucho tiempo.
Aunque parezca contrario a la intuición, no tiene sentido trabajar durante largos periodos de tiempo. Una larga sesión de estudio te deja agotado, perezoso y distraído. Es mucho mejor estudiar en rachas cortas -una hora o menos- y con intensidad. Te sorprenderá lo mucho que consigues
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Cómo encontrar un trabajo.
¿Cómo puedes encontrar un trabajo que se te dé bien y con el que disfrutes? Tan Bien Que No Ignoras Tú aboga por la “mentalidad artesana” de desarrollar pacientemente las habilidades en lugar del típico consejo de “sigue tu pasión”, y ofrece soluciones prácticas para adquirir y mantener la satisfacción laboral.