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Empresas sociales

Lecciones de México sobre la reforma de la salud

por Julio Frenk

Nota del editor: Esta publicación forma parte de un serie de tres semanas examinando la innovación en el cuidado de la salud, publicado en colaboración con el Iniciativa de liderazgo avanzado en la Universidad de Harvard.

Los sistemas de salud se encuentran en una encrucijada. En todo el mundo, los países de todos los niveles de desarrollo económico y con todos los tipos de sistemas políticos se han embarcado en una búsqueda creativa del esquivo objetivo de la cobertura universal. Desde Chile, China y Ghana hasta EE. UU., India y Ruanda, se están diseñando y poniendo a prueba formas novedosas de hacer frente a los desafíos de salud del siglo XXI.

México comenzó pronto la generación actual de iniciativas de reforma de la salud. Un importante esfuerzo lanzado en 2003 proporcionará seguro médico a todo el mundo antes de que acabe este año.

Se está librando una sangrienta guerra contra los cárteles de la droga al sur de la frontera, pero también lo están haciendo interesantes experimentos sociales. Estos experimentos están empezando a ocupar los titulares de los principales periódicos y a atraer la atención de las agencias de desarrollo y los expertos en políticas de salud de todo el mundo.

Los estudios realizados por varias instituciones académicas y centros de estudios revelaron que cada año más de cuatro millones de hogares mexicanos eran víctimas de gastos catastróficos debido al pago de la atención médica. La razón: la mitad de la población carecía de seguro médico. Estos hogares se vieron obligados a utilizar los ahorros de toda la vida, vender sus pertenencias más preciadas o pedir grandes préstamos para cubrir sus necesidades de salud.

Este análisis sacó a la luz una paradoja inaceptable: sabemos que la atención médica es una de las formas más eficaces de combatir la pobreza, pero la atención médica en sí misma puede convertirse en un factor de empobrecimiento para las familias cuando un país no cuenta con los mecanismos sociales para proteger a la población contra las crisis financieras derivadas de la realidad humana universal de enfermarse.

El Ministerio de Salud utilizó las pruebas generadas por estos estudios para promover una importante reforma legislativa que establecía un nuevo sistema de protección social en el ámbito de la salud, que fue aprobada por una amplia mayoría del Congreso de México en 2003.

Este sistema ha reorganizado y aumentado la financiación pública en un punto porcentual total del PIB para ofrecer un seguro médico universal, incluidos los 50 millones de mexicanos, la mayoría de ellos pobres, que habían sido excluidos de los planes formales de seguro social. Al igual que en los EE. UU., el seguro médico en México dependía del empleo y se limitaba a los empleados asalariados de empresas privadas o instituciones del sector público, así como a sus familias.

Las familias que antes no tenían seguro ahora pueden inscribirse en un nuevo plan público llamado Seguro Popular, que garantiza el acceso a más de 250 intervenciones médicas y a los medicamentos correspondientes. Estas intervenciones incluyen todos los servicios que se prestan en las clínicas ambulatorias y los hospitales generales. El Seguro Popular también cubre un paquete de 18 costosas intervenciones, que incluyen el tratamiento del cáncer en los niños, el VIH/SIDA y el cáncer de cuello uterino y de mama.

Vale la pena mencionar que la nueva ley exigía que las familias más pobres se inscribieran primero, lo que ejemplifica lo que Davidson Gwatkin, del Instituto de Desarrollo de Washington, denominó «universalismo progresista», que amplía la cobertura primero entre los grupos desfavorecidos.

Seguro Popular ha suscitado una respuesta entusiasta de la población. En diciembre de 2010, había 40 millones de personas inscritas y el país va camino de alcanzar la meta de la cobertura universal este año. La historia de cómo está teniendo lugar fue publicado recientemente en el New York Times: «La atención médica universal de México es un trabajo en progreso».

Los posibles impactos del Seguro Popular son enormes y algunos de ellos ya se han documentado mediante una rigurosa evaluación externa diseñada e implementada por investigadores de la Universidad de Harvard y el Instituto Nacional de Salud Pública de México. Como se ha mencionado anteriormente, el acceso regular a la atención médica a través de los planes de protección social contribuye directamente a la lucha contra la pobreza, y lo hace no solo al evitar el desembolso directo de grandes sumas de dinero de bolsillo, sino también al impedir las deudas y la venta de los activos familiares, especialmente los que tienen un uso productivo, cuya pérdida reduce los ingresos futuros de los hogares.

Además, los mecanismos de protección social de la salud liberan recursos que las familias antes solían invertir en la atención médica. Estos recursos ahora se pueden utilizar para satisfacer otras necesidades básicas, como la nutrición y la educación.

Por último, un sistema de protección social que funcione correctamente contribuye a mejorar la salud y, como han demostrado investigaciones económicas recientes, una buena salud mejora el rendimiento educativo, aumenta la productividad laboral, mejora el clima de inversión y, al hacer todas estas cosas, estimula el crecimiento económico, lo que, en un círculo virtuoso, a su vez mejora la salud de la población.

Eche un vistazo a las políticas sociales desarrolladas recientemente en México. Están librando una guerra diferente, contra la mala salud y la pobreza, y las perspectivas son muy prometedoras.

_Julio Frenk es decano de la Escuela de Salud Pública de Harvard y fue ministro de Salud de México del 2000 al 2006.
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Más información sobre el Iniciativa de liderazgo avanzado.

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